Capítulo 33/1

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Yo sé que nadie quería que lo dividiera, pero es que está enorme

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Yo sé que nadie quería que lo dividiera, pero es que está enorme. Recuerden que sus votos y comentarios son importantes, y de ellos dependen que tan pronto llegue la segunda parte 🙊😉. 

33.1  Con el corazón roto y la vida en pausa. 

✨Abril✨

El peso de aquella confesión que no vi llegar me atravesó el pecho, cortándome la respiración, por lo que consideré un largo momento. En ese lapso mis latidos y los de Christian fueron audibles, al igual que nuestras respiraciones superficiales. El resto del ruido a mi alrededor se silenció, como si el universo hubiese deseado que lo único que resonasen fuesen sus palabras.

Parpadeé tratando de procesar lo que estaba ocurriendo, porque pese a mi aturdimiento, entendía que aquel momento era transcendental para ambos. Christian había roto una de sus corazas, y aunque lo que dijo sonó más a una amenaza que a una declaración de amor, escucharlo me caló con profundidad. Mi larga inhalación rompió el silencio tenso que nos rodeaba, necesité aire para enfrentarlo, porque me había quedado sin el y en cuanto lo tuve mis ojos se vieron arrastrados hacia los de él con la misma fuerza invisible de siempre.

—El amor no manipula, tampoco es egoísta y...

Las palabras se me acabaron al darme cuenta de que estaba buscando la manera de negar lo que era evidente. Sabía que Christian no mentía, que cada palabra que salió de su boca fue tan honesta como su mirada directa. Pese a sus acciones, no tenía argumentos para contradecirlo, porque sabía lo que había en su interior.

—Sé lo que dirás, toda esa mierda de que si me quieres déjame ser feliz, no va conmigo, ángel. Te amo con egoísmo, porque lo único que me importa es que estés conmigo. El resto se puede ir a la mierda.

El eco de su voz rebotó dentro de mí, ocasionándome un escalofrío que se deslizó por toda mi piel. La franqueza de cada palabra pronunciada impactó con tanta profundidad que sentí los pequeños fragmentos incrustándose en mi pecho. Iba a conservar aquel instante en mi memoria para siempre, estuve segura de ello mientras me esforzaba por respirar con normalidad.

Tras largos segundos asentí, asimilando lo que estaba ocurriendo en medio del silencio espeso que se formó entre los dos. Christian no podía amarme de otra manera, su amor era exigente, egoísta y tan intenso que me consumía.

Aún sumida en la impresión bajé la mirada hacia mi perra. Nala se hallaba en medio de los dos, recostada sobre la alfombra, ajena a todo lo que sucedía a su alrededor. La garganta se me tensó al recordar que me llevó hasta ahí y el detonante de aquella conversación. Christian quería quitarme a mi perra por dos razones, ambas egoístas y reprochables. Él pretendía asegurarse de que no desapareciera de su radar, y deseaba castigarme por alejarme. No fue necesario que lo confesara para tener la certeza de que aquellas eran sus motivaciones.

Debí alimentar todo el enojo, la decepción y la indignación que experimenté en los últimos días, sin embargo, su confesión me dejó en medio de una densa confusión, que empañó mis pensamientos y no me dejó razonar. La necesidad de poner distancia fue tan grande como mi aturdimiento. Tomé aire buscando un poco de claridad mental, sin embargo, no encontré algo parecido. No podía estar cerca de Christian, no en ese momento en el que me sentí tan débil y rota que mantenerme en pie fue complicado.

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