Capítulo 37

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37. Señales 

✨Abril✨

Podía sentir las manos de Christian sujetándome las caderas, sus dedos apretándome, la fuerza que ejercía, el vigor con el que se movía. Escuchar la colisión de nuestros cuerpos que producía un ruido incitante, y el sonido de las respiraciones aceleradas. Percibir el sudor deslizándose por mi piel, y experimentar la intensa sensación de tenerlo dentro de mí. A pesar de ello, un pequeño destello de claridad me hizo intuir que aquello no estaba ocurriendo, al menos, no en el plano físico.

A través de la luz de una vela encendida pude ver nuestras sombras moverse en una sincronización perfecta. La silueta de su cuerpo irguiéndose detrás de mí, me provocó una serie de deliciosos escalofríos que aumentaron la humedad que brotaba entre mis piernas. Estaba ardiendo, tiritando por el placer desmesurado que experimentaba. Tan febril que no tenía dominio de mis acciones y mis pensamientos.

La densa bruma en la que me vi envuelta nubló tanto mi conciencia que no pude hacer otra cosa que dejarme llevar. Todo se sentía tan real, que me hallaba sumida en una confusión que acabó de golpe al sentir como Christian se movía y me movía usando más fuerza. Con la visión empañada pude observar mis manos, la forma con la que se sujetaban de las sábanas y experimentar la suavidad de la tela en mis palmas.

—¿Christian? —le llamé, mi voz entrecortada apenas fue audible.

La manera en la que me volteó sobre el colchón, evitó que mi mente continuara hilando la única idea coherente en mi cabeza. Mi espalda se hundió sobre la cama, y entonces pude verlo frente a frente. Estaba desnudo, despeinado, con los ojos brillantes y tan agitado que respiraba con los labios separados. El tatuaje en su pectoral izquierdo resplandeció en la suave luz y yo solo pude apretar los párpados buscando un poco de calma.

—¿Sí, ángel?

Abrí los ojos de inmediato, la claridad con la que escuché su voz hizo que mi cuerpo diera un pequeño salto. Sus manos enganchándose en mis piernas pusieron mis sentidos alerta, me arrastró por el colchón y sin mediar otra palabra, las separó y acomodó la cara en medio de ellas, hasta dejarlas sobre sus hombros.

Bajé la mirada y en respuesta mi temperatura se vio afectada. La mirada intensa y profunda de Christian me alteró tanto que no pude permanecer quieta. El brillo malicioso me llevó a contraerme y a gemir por culpa de la anticipación. Me agarré con más fuerza de las sábanas y me obligué a no cerrar los ojos ante el placer intenso que sentí por el suave roce de sus labios. El paso húmedo y pesado de su lengua por mi zona más sensible me hizo apretar las piernas de manera involuntaria, se encargó de separarlas de nuevo, sin interrumpir la caricia de su boca que me tenía jadeando.

Mis manos fueron directo a su pelo sin que pudiera hacer algo para frenar aquel impulso. Levanté las caderas y enganché los dedos en sus mechones negros, buscando más de aquellas sensaciones que me mantenían vibrando. Había dejado de analizar lo que ocurría, el límite que me separaba de aquella realidad en la que me hallaba, se desdibujó por completo.

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