Capítulo 21/2

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Hola, hay una primera parte de este capítulo, si aún no la lees, regresa a leer

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Hola, hay una primera parte de este capítulo, si aún no la lees, regresa a leer. 

21/2.  Conexión profunda

✨Abril✨

El salón de eventos del hotel se encontraba concurrido, pequeños grupos de hombres vestidos de traje conversaban por los rincones mientras los meseros se movían entre las elegantes mesas. En la pequeña tarima se proyectaban imágenes sin sonido de la competencia, en los pequeños recuadros de cada extremo estaban las fotos de Christian y Franco con sus respectivos uniformes, el casco en las manos y una amplia sonrisa.

Mis pasos se ralentizaron para contemplar la pantalla, en la que apareció por completo el momento en el que Christian levantó el trofeo. Hubo aplausos entre los asistentes, y la evidente molestia de Franco. Apartó una silla para mí luciendo serio y tenso.

—¿Invitaste a tus papás? —cuestioné al ver el resto de sillas vacías.

—Están por venir.

—Deben de estar muy orgullosos de ti.

—¿Tú lo estás?

Ladeó el rostro para verme a los ojos tras hacer a aquella pregunta, mientras me sonreía entendí por qué no pude simplemente decirle que no a la invitación que me hizo su jefa de prensa. Al ver el brillo en su mirada entendí que era algo que mi hermano habría querido. Estar ahí, era representarlo a él, en un momento importante en la vida de su mejor amigo.

—Estoy contenta por todo lo que has logrado. Sam habría estado muy orgulloso de ti.

—También lo creo.

Alguien dijo su nombre y él volteó la cara, dejando a mi vista su mejilla izquierda. Observé mis labios pintados en esta y mi primera reacción fue reír. Tras un momento y mientras él conversaba con alguien de su equipo que se acercó, busqué en mi bolsa una toallita desmaquillante para ofrecérsela.

—Límpiate —dije cuando ladeó el rostro hacia mí—. Tienes mi labial pintado en la mejilla.

—Mis papás ya están aquí.

Se pasó la pequeña toalla húmeda por la piel, sin embargo, no logró quitárselo al primer intento. Estaba viendo con insistencia hacia la puerta, esperando por sus papás. Tras un par más de intentos fallidos, se la quité de las manos y la pasé en la zona aún enrojecida.

—Listo, se borró al fin.

Aún sostenía la toallita en la mano cuando un repentino escalofrío hizo que la piel de mis brazos se erizara. Por instinto me removí sobre mi silla ante una sensación que ya me era conocida, la de una mirada fuerte y oscura en mi espalda, que hacía que mi corazón se acelerara y la garganta se me secara.

—¿Estás bien?

Asentí unos segundos antes de voltear buscando al dueño de la mirada clavada en mí. Mis ojos se vieron arrastrados hacia él, fue un gesto instintivo e inevitable al que no me resistí. Lo encontré a varios pasos de distancia, observándome fijamente y luciendo completamente inexpresivo. Me di cuenta que llevaba un traje igual que Franco, pero no pude contemplarlo con detenimiento como quise, porque fue imposible romper el contacto visual.

Fuimos momentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora