Capítulo 21/1

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Una disculpita por la demora

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Una disculpita por la demora. Les traigo un capítulo largo para recompensarla. Lo dividí en dos, porque ya comprobé que cuando son así de largo, pasan por alto muchos detalles. La segunda parte la publico en unas horas. Gracias por la espera, la paciencia y el cariño.  

✨Abril✨

La luz dorada del sol poniéndose iluminaba la cara de Christian, acentuando aún más el enojo que evidenciaban sus gestos. Mantenía la mandíbula tensa, el ceño ligeramente fruncido y la mirada fija en el camino mientras conducía a una velocidad que comenzaba a preocuparme. Había transcurrido alrededor de unos diez minutos desde que, molesto me instó a entrar al auto, durante todo ese lapso no pronunció ni una sola palabra, se limitó a conducir visiblemente contrariado, ignorando mi presencia.

La confusión que ya padecía aumentó ante su actitud. No tenía idea de lo que estaba pasando, no entendía por qué reaccionó así cuando la vecina de Maia se acercó a saludarlo. Mientras miraba el tablero percatándome que rebasaba el límite de velocidad permitido, me pregunté si acaso Cecilia tenía alguna relación con Lena, y por ello actuó de aquella forma tan extraña.

No me sorprendía que ignorara a la gente, solía hacerlo hasta con su entorno. Lo que me generaba curiosidad era la irritación, la rabia que vi en sus ojos en los pocos segundos que le dirigió una mirada, rabia que se hizo más notoria cuando miró fijamente a Antonella, la hija adolescente de Cecilia.

La dudas que me despertó que Lena estuviera involucrada en aquel incidente me hicieron sentir tan incómoda, que se formó un nudo en mi estómago provocado por los nervios. La relación falsa que sostenía Christian no me había atormentado antes, por ello fue tan extraño ese malestar que padecí al pensar en ella, al concientizar que ante los ojos de todos era ella la que tenía una relación con él.

Su silencio me hacía mal, empeoraba la incertidumbre y un poco mi propio desconcierto por los últimos acontecimientos entre él y yo. Aunque no quería presionarlo a hablar, no pude quedarme callada carcomiendo la cabeza con suposiciones, así que, tomé aire y ladeé el rostro para observarlo.

—Christian.

—¿Qué?

—¿Qué te pasa?

—Nada, Abril, no me pasa nada.

Su respuesta tajante no frenó mi intención de averiguar lo que le ocurría, me sujeté con fuerza del borde del asiento, en un gesto reflejo a la sensación extraña en mi pecho. Era como un vacío que no experimenté antes.

—¿Entonces por qué estás así?

—¡¿Y como puta estoy?!

—No me grites —exigí con firmeza, pero manteniendo una serenidad que no supe dónde encontré—. Tu respuesta solo confirma que te pasa algo. ¿Conoces a la vecina de Maia?

—No quiero hablar de eso.

—¿Por qué no?

—Porque no quiero hacerlo y punto, no tiene por qué existir una razón.

Fuimos momentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora