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Abrió los ojos con pereza, y lo primero que hizo fué tomar el celular en sus manos para ver la hora.

Carajo, ocho y media de la mañana. Dejó el celular y se acercó de manera torpe a las persianas de la habitación para abrirlas, llevándose una molesta sensación en los ojos.

¿Será prudente apenas comenzar a prepararse algo para desayunar? Le sorprendió un poco el hecho de que ni siquiera su padre avisó que ya se iría al trabajo como habitualmente lo hacía. Aunque... haciendo memoria, hace días que estas acciones se repiten.

Bajó al primer piso.

La ausencia de su padre estos últimos días había comenzado a llamar su atención, y si bien es que, desde que murió su madre, Hank se terminó por alejar de todos, incluyendo de su hija, últimamente la casa se siente más vacía. Y cada vez que Annie le cuestionaba, este pasaba de largo y la ignoraba. No es como que gritarle o agredirla físicamente sea mejor, pero mínimo eso le hacía sentir que todavía existía para el.

¿Es que acaso ya no? ¿Ya ni eso?
¿Después de encontrar manchas de labial en su camisa blanca y un aroma a perfume barato ya no? No le molestaba la idea de pensar que quizá su padre estaba conociendo a alguien más, al final, tenía derecho de hacerlo si el lo quería.

¿Qué tal si fué mucho antes de eso...pero era hasta ahora que se dió cuenta de ello?

Qué apenas notó su actitud más pasiva, callado y extraño...

Como la de...

Cerró los ojos, y agitó la cabeza.

Sacar conclusiones de eso quizá no era lo mejor. Quizá era otra cosa, quizá debía ser bueno este cambio en el.

Quizá.

Si bien algunos golpes ya no lograban verse en sus brazos, su espalda, sus piernas, y su abdomen, algunos otros parecían seguir ahí, sobretodo en la espalda, que era el lugar al que no podía llegar su brazo para aplicarse una pomada.

Sabía que era algo bueno el que ya no le agrediera de forma continua o le grite, pero sabía que este cambio esto no era "normal", y quería hablar con él de esto para no repetir lo mismo.

Solo esperaba llegara pronto del trabajo.

Sentía nervios. Mucho miedo y dolor de solo pensar, y recordar que...los últimos días de su madre fueron así hasta que se quitó la vida.

Que se apartó de todos, de amigos, de Hank...de ella. Su hija. Quien pareció no importar lo suficiente para al menos despedirse, o dejar una carta con las razones que en su momento fueron la cúspide de sus problemas antes de terminar con su vida.

Se apoyó en la barra, y respiró profundo mientras el suelo se le movía.

Tomó aire, y exhaló suave. El corazón latía de manera horrible.
Tomó aire, y exhaló de nuevo mientras tomaba una silla para sentarse un momento. El abdomen hormigeaba con fuerza.

Buscó sus pastillas de emergencia en el botiquín y sin pasar agua las tragó, aún sabiendo que eso le daba asco, sumando a eso que todavía no comía, pero no quería darle paso a un ataque.

Rodeó su cuerpo en un abrazo mientras se calmaba, y recargó la cabeza en la mesa.

Mikasa dijo que era normal tener recaídas, que el proceso no siempre sería en línea recta, y que esto podría pasar.

Suspiró, el vértigo se había ido, y la sensación de pánico también. Se levantó despacio de la silla, y se dirigió al refrigerador para hacerse el desayuno.

"Estúpida ansiedad."

Esta vez, era un intento de algo más sano. Un intento por desayunar algo diferente a lo habitual. Algo que no era malo para el cuerpo ni con un mal sabor, pero se había acostumbrado tanto al mismo estúpido cereal acaramelado de siempre, que viendo el plato...la verdad ya no tenía tanta hambre.

My psychologist. [Mikannie] G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora