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Había ahorrado lo suficiente para comprarse un celular. Mikasa había insistido en que ella se lo compraría, pero no le dejó. Ya bastante había gastado en ella que eso le sería el colmo.

Debía admitir que se sentía bien saber que te compraste algo y reconocer que hiciste un esfuerzo por el. Obviamente que alguien te regale algo y que tu no te esfuerces también es una gloria, pero quería tener más cosas por cuenta propia.

Lo puso a cargar, y la pantalla encendió, indicando la hora, la marca, y nivel de batería.

Sonrió, y lo dejó ahí para que cargara toda la noche.

Mikasa terminó de cepillarse los dientes y se acostó a su lado.

—¿Ya está cargando?

—Si. Apenas lo puse.

—Vale. Quiero que me agregues de nuevo.

Annie soltó una risita.

—Obviamente.

—A mi primero.

—Claro.

—Es más. Solo agregame a mi.

Ambas pegaron una carcajada por lo que dijo la azabache.

—Empiezo a creer que eres algo celosa.—Dijo Annie.

—Si, y estoy harta de fingir que no.—En un movimiento rápido, Mikasa se colocó sobre ella. Cosa que no era nueva, y que ya había hecho un par de veces antes, pero de forma juguetona.

Annie le miró con una sonrisa tímida.

—Creo que eso me gusta.—Murmuró apenada.—Pensar que...te importo mucho.

—Créelo. Lo haces.—Besó sus labios de forma gentil, y después se bajó de ella, obviamente procurando no aplastarle.

Además, el vientre de cuatro meses de Annie no le permitía abrazarla mucho por enfrente.

—Aunque, debes admitir que tu también lo eres un poco.

—Vale, si.—Murmuró, pegándose a su cuerpo.

—Me encanta eso.

La abrazó por la espalda, y rodeó su vientre con los brazos.

—Descansa...






























[My psychologist.]





































Miró su vientre en el espejo desde diferentes posiciones. La pose de lado le llamó particularmente la atención al ver que algo sobresaltaba de ella.

Salió del baño, y se acercó a Mikasa, quien miraba la televisión recostada en la cama. Con una almohada bajo su cabeza para darle soporte.

—Mi ombligo se ve gracioso.—Dijo Annie, alzando su blusa para dejarlo descubierto. Este estaba por fuera ahora.

—Ow, que lindo.—Se rió la azabache, e intentó tocarlo, pero Annie volvió a bajar su blusa.

—Se siente raro.—Admitió.

—¿Duele?—Preguntó curiosa.

—Es más como una pequeña presión, pero no.—Sujetó su vientre.

—¿Segura?

Asintió.

—Bueno. Si no te duele, supongo que todo está bien. ¿Has notado otra cosa?

My psychologist. [Mikannie] G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora