Bajó del auto mucho antes de que Hank pudiese decirle algo, y caminó con las manos en el bolsillo de la sudadera hasta el consultorio de la azabache.
Esa mañana su padre se había llevado la enorme sorpresa de encontrar a Annie ya despierta desde "temprano" haciéndose el desayuno, y no iba a mentir, para Annie también era algo nuevo hacer esto. El empezar con un nuevo hábito.
El día de ayer le había colgado y sin avisar a la azabache, pero no quiso que su padre se enterara de eso en primer lugar, y es que, al hombre no le parecía agradar su presencia.
¿Por qué...?
¿Por qué estaba tan en contra de ella? Si gracias a su ayuda es que ahora se sentía mejor. ¿No es lo que quería acaso?
Le había llamado inútil y hasta le había acusado de meterle ideas a la cabeza, pues supuestamente había estado algo rebelde estas semanas.
Su primer psicólogo, lejos de favorecerle en algo simplemente empeoró su situación, pero afortunadamente con Mikasa la historia estaba siendo otra.
La mala experiencia de un mal tratamiento estaba quedando en el pasado, y todo se debía en gran parte al buen trabajo que realizaba Mikasa, tanto como psicóloga, y como persona en sí, porque era agradable abrirse a ella.
Suspiró.
No era rebeldía. De rebelde no tenía mucho sinceramente pese a toda esas actitudes suyas, tan solo estaba abriendo los ojos de poco en poco a lo que era su cruda realidad, y su triste entorno.
Estaba mejorando, y a él no parecía alegrarle eso...
—Buenos días, Annie.
Alzó la mirada hasta Sasha quien le estaba dedicando una sonrisa cálida desde el mostrador.
Al menos en este lugar eran amables, y no tanto por obligación de serlo. Sino que meramente eran buenas personas y ya.
—Buenos días.
—Adelante, puedes pasar. Mikasa está adentro.
—Gracias...
Abrió la puerta, y cerró despacio. Este tipo de puertas eran un poco difíciles de abrir, por lo que debía hacer algo de fuerza al empujar.
La Ackerman estaba de espaldas, moviendo las persianas de la enorme ventana al jardín, posiblemente buscando el punto perfecto de iluminación.
—Hola...
Giró la cabeza, y dejó lo que estaba haciendo al verla en la entrada. Annie se dió cuenta entonces de los lentes para lectura que estaba usando. Con un armazón negro un poco más grueso.
Mikasa se acercó a ella entonces, y la tomó con gentileza por los hombros. Como examinando que todo esté bien con ella. Annie por su parte, solo pudo dedicarse a mirarla tranquila.
—Estoy bien. No te preocupes...
Sintió su pequeño cuerpo ser envuelto por los brazos de la azabache. Respiró tranquila, su rico aroma se impregnó en ella de forma agradable.
Que lindo era abrazar, sabiendo que la otra persona jamás sería capaz de herirte...¿verdad?
—Me alegra que estés bien.
Annie alzó la cabeza para verla, y la azabache la bajó. Sinceramente era gracioso la diferencia de altura entre las dos, al menos para Mikasa.
Primero que nada, sentía que le debía una explicación respecto a lo que pasó ayer.
—Lamento...lamento haber cortado la llamada de repente anoche.—Murmuró.—Yo...
—Oh, tranquila, habrás tenido tus razones. No expliques nada, entiendo.
