Recuerda con gracia las expresiones de su amiga cuando esta le contaba que había conocido a alguien, y que pronto tendrían una cita formal después de algo de tiempo manteniendo algunas charlas. Historia se veía muy feliz y emocionada.—Pero da detalles.—Dijo Hitch, con una paletita en la boca.
Historia bajó la mirada sonrojada.
—¿Qué quieren escuchar?
—No lo sé. ¿Su apariencia, qué le gusta hacer, de qué trabaja?—Le dió una probada a su paleta.—porque trabaja, ¿verdad?
—Si, claramente.—Suspiró.—Es...morena, alta. Tiene unas pecas muy lindas.
Annie abrió los ojos con sorpresa ante la descripción. Vale. Esa podia ser cualquier persona.
Miraron a Historia sacar su celular, y sonreirle levemente.
—Miren. Es ella.
Casi se atraganta al ver que la mujer de la que hablaba su amiga era su psicóloga.
Joder. Que pequeño y conveniente era el mundo.
—Oye, ¿estás bien?—Preguntó Hitch, dándole unas palmaditas en la espalda a Annie.
—Si, gracias.—Tosió.
—Cuidado con mi sobrino.—Dijo Historia, pasandole una botella de agua.
Annie la tomó y soltaron una pequeña risa. Pues hasta este punto, ya todos sabían de su embarazo, y no es como que hubiese ocurrido un cambio por saber aquello, no tendría porqué en realidad, e incluso se alegraron por ella, pero eso sí, el joven alto y azabache al enterarse dejó de insistir.
Que alivio.
—Bueno. Suerte, Historia.
—Gracias chicas.
[My psychologist.]
Secó su cuerpo de forma rápida para tratar de combatir el frío que sentía apenas el agua caliente dejaba de caer sobre su piel.
—Cielos, si que hace frío.—Murmuró.
Acarició su vientre de forma inconsciente como un manera de dar calor, y después se colocó una blusa, un abrigo, un pantalón no muy ajustado, y salió.
Mikasa se estaba terminando de poner la chamarra. Tenían planeado pasar el rato en el exterior. Tenían planeado y a la vez no tantas cosas por hacer la una junto a la otra, sobretodo estos días que Mikada se había dado unos días del trabajo, y donde pensaba pasar más tiempo con Annie y el bebé.
Mina por su parte había regresado a su ciudad, ya que Sasha regresó hace poco de sus vacaciones, y ya no hacían falta sus servicios. Lo que dejó más tranquilas a ambas.
—¿Listo?
—Ya casi.—Se sentó en la cama.
—Espera.—Se acercó a ella.—Te ayudo.—Se inclinó.
—Puedo hacerlo yo.—Soltó una risita.
Mikasa había estado colocándole los calcetines y los zapatos porque no quería que se agachara demasiado.
—Insisto.—Le colocó los calcetines.—Eren dijo que no hagas esfuerzos.
—¿Lo haces porque Eren te lo dice?
—Más que querer pelear. Quería saber su respuesta.
