Hoy se cumplían cinco días exactos desde que asistía a la oficina de Hange para ayudarle en lo que pudiese. Desde que la conocía un poco más a fondo, y que se podría decir tomaba un pequeño rumbo diferente a lo que era su aburrida rutina.
Para la azabache, era algo de sorpresa el ver a Annie levantarse más temprano de lo usual, al menos para lo dormilona que solía ser, pero eso podía ser un avance, y estaba feliz de ello.
Con suerte, hoy solo había mucho polvo por limpiar, y dentro de pocos días el asistente de Hange regresaría, por lo que ya no haría falta que se presente.
La castaña se dejó caer con cansancio sobre la silla.-Tomemos un respiro.-Ajustó sus lentes.-¿Cómo te sientes?, Annie.
-Me duele la espalda.-Murmuró.
Hange rió. ¿Cómo esperaba que eso no ocurriera si tenía una mala postura? Ese dolor no sería nada hasta que sintiera lo que de verdad era un dolor de espalda por embarazo.
-¿Sabes?...Pedí algo de comida china para las dos. Por el arduo trabajo. Espero te guste.
-Eso creo. Gracias.
Realmente eso sonaba delicioso...asqueroso, empalagoso, y delicioso a la vez. No sabía a qué se debía esa extraña combinación de sensaciones, sólo sabía que eso era lo que le provoca, y esperaba no regresar la comida por las náuseas.
-La eh pasado bien.-Sonrió la castaña.-Me gustó conocerte un poco mejor.
-...A mi igual.-Sonrió levemente.
Hange abrió los ojos aún más sin quitar su sonrisa.
-Tienes una sonrisa muy hermosa.-Colocó su mano en el hombro.-Lucela siempre que puedas.
A aprendido un poco de ella, y ella, de Hange. De su forma de ser.
Si bien solo a sido una semana de interacción, lo que han podido rescatar de la contraria podía ser bueno. En especial para Annie.
Aquella actitud y entusiasmo tan envidiable, esa forma de expresar lo que quiere, inteligengia, ese grado de madurez y hasta cierto punto de sabiduría. Amabilidad y paciencia, son sin duda rasgos muy destacables de una persona.
Hange era...alguien de admirar...
-¿Harás algo después?
Suspiró.
-Bueno...me gustaría buscar un trabajo...uno oficial.
-¿Si?
-Si.-Encogió los hombros.-Es difícil explicar...
-Entiendo.-Asintió.-Tus razones tendrás.-Ajustó sus lentes.- Apoyo tu idea.-Sonrió.
Unos minutos después mientras descansaban alguien tocó la puerta.
-Debe ser ella.-Dijo Hange, caminando hacia la puerta para abrirla.-Adelante, Hitch.
Una chica alta y rubia entró entonces. Con la bolsa del pedido en una mano, y con el casco de la motocicleta en la otra.
-Lamento la tardanza.-Dejó las bolsas sobre el escritorio.-¿Aquí está bien?
-Si. Iré por el dinero, no tardo.
Hange salió de la habitación dejando sola por un momento a Annie con aquella joven, y un silencio un tanto incómodo. Más por parte de Annie al estár a solas con un extraño.
La chica alta miró a Annie de reojo y le sonrió de lado. Hange entonces regresó con el dinero y se lo entregó.
-¿Cómo va el trabajo?-Preguntó casualmente. Como si ya la conociera desde hace rato.