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Para Mikasa, era reconfortante saber que poco a poco Annie quería intentar nuevas cosas. Cosas que quizá por una o por otra razón no pudo hacer antes, o más bien, no se le permitió, y no se permitió a ella misma el poder hacerlo por estár en su zona de confort.

Por supuesto, no todo eran subidas en este proceso.

A tenido muchas caídas libres, muchas veces rompía en llanto de la nada, y aveces le daba por no querer comer, pero ahí estaba la azabache cuando la necesitaba, y no le permitiría caer más.

De cierta forma el vivir juntas le permitía a Mikasa estár más ahí para ella, mirar su comportamiento, entender sus sentimientos y saber si se sentía mal. De igual forma, así Annie también tenía un pequeño soporte emocional de donde sujetarse cuando sentía que ese día ya no podía más.

Las dos subían, o las dos bajaban.

Confiaba en que con la ayuda profesional de su morena amiga como su nueva psicóloga, Annie volvería a llevar las cosas poco a poco de nuevo, y Mikasa, por supuesto, a su lado, y más importante todavía...Annie era fuerte.

Lo demostró varias veces. Aveces de forma inconsciente, pero lo hizo.



























[My psychologit.]


























¿Nunca han sentido que mueren...?

Omitiendo el sentido metafórico, sentir que verdaderamente caes o te ahogas en un sueño aveces se siente jodidamente real y espantoso.

Si tienes suerte, tu cerebro reacciona y despiertas.

—¡Annie!

La tomó por los hombros intentando calmarla. Annie abrió los ojos de golpe mientras respiraba agitada, sudaba y lloraba mucho.

La azabache la miró preocupada y poco a poco la soltó. Annie se sentó en el borde de la cama, y se talló los ojos.

—Tranquila. Fué un sueño...

Se sentó a su lado.

—Tuviste una pesadilla.

Annie respiró agitada y la miró. ¿En serio logró escucharla hasta la otra habitación?

—Lo siento.—Suspiró. Con el borde de su blusa quitó las gotas de sudor que tenía en el rostro.

Mikasa se quedó a su lado mientras volvía a calmarse. Tenía el corazón muy agitado. Bajó rápido a la cocina por un vaso de agua, al cual Annie bebió de un solo trago.

¿Qué horas serán...? Aún todo estaba muy obscuro.

—¿Te desperté?

Mikasa negó.

—Estaba trabajando en la computadora cuando te escuché...¿Ya estás mejor?—Acarició su espalda de forma suave.

Asintió. Mikasa se levantó entonces, pero la mano de Annie le impidió el poder irse.

—Quédate conmigo, por favor...

¿Cómo negarse a eso? A esos ojos azules que piden por su compañía,  y que de cierta forma la necesitan.

Annie se hizo a un lado para que la azabache se acostara junto a ella.

El trabajo podía esperar.

Sinceramente, era la segunda vez que dormía a su lado. El cuarto de
enseguida ya había sido limpiado hace poco, pero aún le faltaba una nueva capa de pintura, y el colchón ya estaba algo viejo, lo que lastimaba un poco más su espalda que el mismo sofá de la sala.

My psychologist. [Mikannie] G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora