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—Papá...extraño a mamá.

El la miró con tristeza desde la banca donde se encontraban sentados. Habían ido al cementerio para visitarla, dejaron flores, y a su padre le pareció una buena idea el ir al parque con Annie un momento para despejar la mente, pero les fué imposible.

—Yo también...

No han sido meses fáciles, y temían pensar que quizá así seguirá por un tiempo más.

Alzó la vista del lago al escuchar a la pequeña Annie sollozar. Llorar inconsolablemente.

No dijo nada, y la rodeó en un abrazo mientras ella continuaba. No es como que lo que pueda decir haga que deje de llorar. Sería erróneo pedirle que deje de hacerlo.

Luego de un rato la escuchó suspirar, y sintió sus espasmos mientras poco a poco volvía a dejar de llorar.

Limpió sus lágrimas de forma cuidadosa. Sinceramente para Habk llorar nunca resolvió nada...

—¿Mejor?

Asintió.

Pero mínimo así Annie dejaba de sentirse tan mal.

Escuchó las campanitas de un cercano carrito de helados a su espalda. Ambos giraron casi por instinto. Miró a Annie aún con los ojos vidriosos. A ella le gustaban mucho los helados, como a cualquier niño, claro.

—¿Quieres uno?

Ella lo miró ahora a él. Asintió despacio, y él se levantó de la banca mientras le tendía la mano.

—¿Si?, ven...

Por ahora, al hombre solo le quedaba tratar de mantener la situación bajo control como diera lugar.

La salida se transformó en un intento por distraer a Annie de la triste realidad que le estaba tocando pasar, y aunque no sirvió de mucho, al menos, lo intentó.

[...]

Abrazó la almohada con fuerza en un intento por sentirse segura o mejor. No hay noche que no llore hasta dormir desde la muerte de su madre. Hace dos meses para ser exactos.

Hace dos meses esta llegando a casa, subiendo las escaleras al cuarto de su padres esperando que todo sea un mal sueño y la abrace. Le diga que la ama y la cuide.

Escuchó la puerta de su habitación abrirse, y un par de pasos erráticos caminar hasta ella, con ese peculiar olor a tequila barato.

Unos enormes brazos le rodearon el cuerpo en un abrazo, y ella se sintió paralizada.

—¿Papá...?

Hank besó su mejilla y acarició su cabello rubio en silencio. Annie lo miraba un tanto asustada de reojo sin soltar la almohada.

—Te pareces tanto a ella...—Murmuró cerca de su oído.—Mírame. Dime que nunca me dejarás. Dime que siempre vas a estár con papi.

Dime que tú no vas a dejarme nunca.
























[My psychologist.]
























Llevaba al menos una media hora sentada ahí en la tina. Sumergida en sus pensamientos, y recordandose a sí misma todo el desastre que había ocurrido hace pocos días.

No a salido de casa desde entonces, y pensó en olvidarse de asistir a las sesiones con la azabache. De verla, y olvidarse de todo en general. De ese pequeño rastro de normalidad y paz dentro de su vida.

My psychologist. [Mikannie] G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora