Su cuerpo sobre el suyo bajo la tenue luz de la lámpara le hacían creer que los ángeles de verdad existían, y que sea había enamorado de uno hace mucho tiempo.Pasó gentilmente sus manos por el rostro, sus brazos, y su espalda, hasta detenerse un poco más arriba de los glúteos. No planeaba sobrepasarse a pesar de estár en una posición comprometedora.
Ambas tenían, únicamente ropa interior. Juntaron sus labios de nuevo y se separaron al sentir que se desmayarian por la falta de aire.
La azabache recargó la cabeza sobre sus senos y escuchó el latir acelerado de su corazón. Las manos de Annie acariciaron su cabello por un rato hasta que ambas respiraciones regresaron a la normalidad.
Sobre la mesita de noche, estaba la vieja grabadora de la azabache, que recientemente pudo arreglar, la única cosa a la que aún le pudo sacar provecho, y a la que decidió conservar más que nada, porque fué parte importante de su adolescencia, además...este modelo era uno de los pocos que aún existian. Prácticamente una joya.
—Tienes buen gusto.—Reconoció Annie.
Habían estado escuchando por horas todos esos viejos casettes de buena música. Música que, a pesar de ya tener sus años, era muy grata de escuchar, y que iba perfectamente con la ocasión.
—Claro que lo tengo.—Le sonrió.
Annie bajó la mirada con una sonrisa.
—Hay una canción que me recuerda mucho a ti.—Murmuró Annie.
—¿Si?
—Si.—Le miró.—No sé como explicarlo...
—Me ocurre igual.—Suspiró.—Aveces siento...
Apretó los labios y soltó una risita mientras negaba.
—Hump, olvida lo que dije, es algo nerd.—Intentó levantarse, pero Annie aún estaba sentada sobre ella y no parecía querer bajarse.
—Dime...
—En serio, no. Es tonto.—Encogió los hombros, y luego de eso trató de levantarse, pero en un movimiento rápido, Annie le aplicó una fuerza sorprendente, por lo que volvió a caer recostada en la cama.
No se lastimó ni nada, pero si que se llevó una gran sorpresa por esa acción, y esa increíble fuerza suya.
Sonrió de lado, y trató de hacer fuerza hacia arriba para levantarse, mientras Annie hacia fuerza hacia abajo para mantenerla ahí.
Debía admitir...que Annie le estaba dando demasiada batalla, por lo que dejó de hacer fuerza al ya estár prácticamente vencida.
—Ganamos.—Sonrió de lado.—Ahora habla.
Mikasa soltó una risa nasal y rodó los ojos.
—Bien, pero no te rías.
—¿Por qué lo haría?
—No lo sé, mucha gente no cree eso, y yo...bueno, soy psicóloga, no se supone que deba creer en eso también, pero...
Suspiró.
—Aveces siento que...te conozco de otro lado.—Se sentó de nuevo y la miró fijamente a los ojos.
Annie le rodeó el cuello con los brazos, y la azabache le rodeó por la cintura.
—No como alguien a quien sólo vi pasar por la calle y ya.—Se rió.—Es algo más...íntimo y raro, no lo sé.
Apretó los labios, y acarició su piel. Su vientre, más que nada. Annie notó lo que hizo y con cuidado movió ese pequeño mechón de cabello tras su oreja para verle mejor.
