Escucharon la puerta de la habitación ser golpeada un par de veces antes de que la persona tras ella abriera. Era Hange.
Ella cerró la puerta, y se acercó a Annie con una sonrisa cálida quien estaba recostada en la cama, descansando.
—Hola, Annie...¿Te acuerdas de mi?
La rubia asintió, y con ayuda de Mikasa se incorporó de mejor forma. Hange analizó de forma discreta las pocas hematomas que no cubrían del todo la bata del hospital.
—¿Cómo estás?—Preguntó suave. Bien o mal, lo ideal era preguntarle siempre a alguien, aunque ya le daba que la respuesta no sería de lo mejor.
—Podría estár muerta ahora, entonces...supongo que bien.—Respondió la rubia.
Hange suspiró.
—Me diste un buen susto. Creí que ya era muy tarde cuando llegamos. Con suerte el oficial Erwin te sacó a tiempo.
De hecho, de haber tardado un poco más, posiblemente la rubia no seguiría aquí.
—Pronto te darán de alta. ¿Tienes un lugar al que puedas ir saliendo? —Le miró preocupada.
Sabía que el único familiar y sustento que tenía Annie era su padre, pero ya no lo vería más. Al menos, por un tiempo muy largo, y realmente no le gustaría pensar que la rubia quedaría desamparada así sin más.
—Estube buscando centros para adolescentes donde pudieras quedarte unos días, pero debido a tu edad, lamentablemente ya no calificas para quedarte y-
La azabache decidió interrumpirla al ver su alteración.
—Se quedará conmigo.—Dijo Mikasa.—Ya lo hablamos las dos...—Miró a Annie.
Hange finalmente pudo respirar tranquila. Seguramente también ya habían hablado del embarazo y lo que harían para sobrellevar las cosas.
—Bien. Eso al menos me deja tranquila.—Le tendió la mano a Annie, y ella aceptó.—Nos vemos, Annie. Espero verte pronto.—Sonrió.—Dejemosla descansar, ¿te parece? —Miró a la azabache y ella asintió.
Una vez ambas salieron de la habitación, Hange quitó su sonrisa y miró de forma seria a la azabache quien, solo se dedicó a mirar el suelo.
—Hange...
—No.—Cerró los ojos, y suspiró.—Ahora no...
Mikasa solo asintió en silencio.
Hange abrió la boca para decir algo, pero después la cerró, decidiendo que ya estaba de más comentar la situación.
—Mikasa.—Murmuró.—Te amo igual que a una hija. Lo sabes...Sabes que eso no va a cambiar nunca, pero esto que está pasando, me deja intranquila. ¿Cómo pudiste ser tan imprudente?
La sacó de un problema, y la metió en otro. Mikasa sintió las lágrimas amenazar con salir, pero no alzó la mirada.
Hange solo pasó a su lado sin decir más. Dejando a la azabache sola en el pasillo y con una terrible presión en el pecho.
Tragó duro, y se talló la cara.
Puta madre.
Le vió alejarse, y solo se sentó en el suelo frente a la puerta, abrazando sus piernas. Será una noche larga.
[My psychologist.]
Inhaló...y exhaló. Que bien se sentía salir del hospital.