Narrador.
Caminó por el mismo pasillo de aquel consultorio tan ya conocido, al lado de la azabache. En el trayecto se toparon con Sasha, a quien saludaron de manera rápida, y llegaron a la puerta de otra habitación.
Tocaron, y una voz les gritó que podían pasar.
Ymir...
¿Especialidad? Jóvenes rebeldes, ansiosos, depresivos, o trastornados.
El combo máximo.Si bien la morena era amiga de la azabache, como tal no tenía nada que ver con Annie, y tomaría un papel bastante natural y profesional con ella para retomar su camino emocional.
Su cita era a la última hora, por lo que apenas terminaba su terapia debía dirigirse a con la azabache para después de eso, subir al auto e ir a casa.
Mikasa se despidió de ella y la morena cerró la puerta para comenzar.
La habitación era casi igual a la que alguna vez estubo, pero sin el área para niños, y las paredes con un tono de pintura gris. Más serio y moderno.
Al ya llevar algo de tiempo asistiendo con un psicólogo, ya tenía un expediente con su perfil. Además que, no era estúpida, y por supuesto Ymir ya se había enterado de toda la situación.
—Bien.—La miró.—Me conozcas con anterioridad o no, me presento. Mi nombre es Ymir, y a partir de aquí, yo seré tu psicóloga.
"Y volvemos a empezar..."
Suspiró.
El primer día parecía que siempre sería eso. La presentación. Las razones de porqué estaba aquí. Los temas a tratar y cómo se llevarían a cabo estas dinámicas.
Ymir tenía, una manera de hablar muy diferente a Mikasa. Más bien. Una manera distinta de comportarse y llevar las terapias. Quizá porque así era su personalidad, o quizá porqué, ella se especializaba más en pacientes juveniles y adultos. Temas más serios.
Sea como sea, esperaba adaptarse pronto al nuevo ambiente.
—Eso sería todo por hoy, Annie.—La acompañó hasta la salida.
—Gracias.—Murmuró.
[My psychologist.]
Poco a poco escuchó el sonido del ambiente, rodeandola, y la alarma timbrado con fuerza. Fué entonces que ya no tubo opción más que abrir los ojos, y sentarse rápidamente sobre la cama. Olviando por un momento que, tenía anemia y lo último que debes hacer, es sacudir la cabeza de forma rápida.
Esperó un poco, apagó la alarma y finalmente se levantó. Aunque sinceramente quisiera volver a la cama y dormir.
Pasó al baño y se quitó la ropa para tomar una ducha rápida antes de bajar.
Mentiría si dijera que no sentía algo de emoción o hasta nervios.
Aceptó el trabajo. Iba a hacerlo.
Cuando bajó, con sus típicos tenis, un pantalón negro no muy ajustado y una blusa blanca, miró a la azabache de espaldas, preparando el desayuno.
Esta al oírle giró.
"Joder. Que hermosa..."
—Buenos dias.
—Buenos días.—Se acercó.
—¿Ansiosa?
La escuchó suspirar.
—Algo.—Tomó dos tazas y calentó el agua en la cafetera.—Allá me darán el uniforme, y me dirán que hacer...