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Sus grandes manos sujetaban casi con rudeza, o un intendo en vano de aferración a las pequeñas manos de Annie, a quien parecía no molestarle esa dichosa rudeza realmente, y que al igual que la azabache, no parecía querer ir se de su lado a pesar de haber finalizado ya la sesión.

Mikasa la mantuvo cerca de ella quien sabe cuantos minutos sin decirse nada la una a la otra. Solo mirándose.

Annie tenía las cejas levemente curveadas, como si estubiera nerviosa o preocupada, y no era para menos después de haber presenciado aquella escena, donde incluso teniendo gente a su al rededor, su padre se atrevió a ser impulsivo...y literal, en frente de la persona quien ya lo tenía en la mira como un peligro para Annie.

—No quiero ir me...

La vió soltar un par de lágrimas luego de pronunciar aquello.

—...No quiero que lo hagas.—Murmuró la azabache. Soltando poco a poco una mano para dirigirla a su mejilla y limpiar con cuidado sus lagrimas.

—Mikasa.—Soltó un sollozo.—Yo...

Tomó aire, y exhaló despacio a pesar de estar teniendo pequeños espasmos por la hiperventilacion.

—Yo...—Pasó saliva.—Tengo miedo...No quiero irme.

—...

[...]

"Miró a la castaña caminar de un lado a otro en la oficina con papelera en mano.

—Estamos esperando la  autorización para poder actuar.—Dijo Hange, de forma seria.

La azabache se levantó con enfado de la silla. Ya estaba harta.

Resopló molesta. El tono en su cara se había vuelto rojo, tono que adquiría al estar al borde de sus emociones más negativas.

La castaña apretó los labios.

—Escucha...Mikasa.—Dejó los papeles sobre el escritorio.—¿Crees qué me gusta ver como estos pobres chicos sufren? ¿Ver como sus padres están libres por ahí como si nada hubiera pasado? —Suspiró.—¿Crees qué no me gustaría que existiera otra forma...? ¿¡que no me gustaría actuar ya?!

La azabache bajó la mirada. Hange posó sus manos con suavidad, y a la vez firmeza sobre sus hombros. 

Muy pocas veces le había alzado la voz a la azabache, por no decir que era la primera vez en la que lo hacía. Siempre la habló con amor y amabilidad desde que recuerda, pero debía dejarle algo bien en claro.

—Mik...

La tomó por la mejilla.

—Tú más que nadie sabe lo mucho que estoy dispuesta a hacer por ayudarlos...¿Lo sabes verdad...?

Acarició la cicatriz en su mejilla con el dedo pulgar. Los ojos de la azabache se cristalizaron, y colocó su mano donde Hange anteriormente tocaba.

—Si, lo sé.—Murmuró decaída.—Lo sé más que nadie...—Suspiró. Las lágrimas ya habían caído para este punto.—Discúlpame, por favor...

Hange le sonrió de forma leve, con los ojos vidriosos también.

—No te preocupes.

Soltó una risita nostálgica.

—¿Sabes...? Si por mi fuera, este caso ya estaría terminado. Por desgracia, estas son las normas que debemos acatar...pero no te preocupes, todo va a salir bien, lo prometo. Hablaré con alguien que sé nos ayudará.

My psychologist. [Mikannie] G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora