Capítulo 31

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Damián

—Esto se siente como un deja vu — murmuró Sofía mientras movía su pie cruzado con un obvio nerviosismo.

—Aun no puedo creer que haya creído que estaba muerto— negué mirando a ambos hermanos.

—Aveces los malos mentirosos hacen una jugada perfecta para que le crean a la primera— Dante caminaba de un lado a otro cerca de la puerta de entrada.

—¿Tenía hora de llegada?— pregunté mientras miraba mi teléfono, eran las once diecinueve y ella no llegaba.

—Le dije a a las nueve y media— Dante se toco la poca barba que le había salido— le mande la dirección de mi casa y ella me dijo que me mandaría la suya.

—¿No saben donde vive?.

—No, solamente hablamos por teléfono, aveces ella tenia miedo de que Rodrigo llegara y hiciera un problema— hizo una mueca.

—Yo fui culpable de eso— Sofía se levantó.

—Podemos preguntarle a alguien donde vive el gran hombre de México— dije irónico y lo bastante alterado.

—Estoy de acuerdo, hay que ir a buscar a Elina.

—Pase de ser fugitiva a parecer un detective del FBI— Sofía se coloco su abrigo rosa con botones blancos de peluche.

—No hay que perder más tiempo, ya lo hice por 11 años y no pienso volverlo a ser.

Caminamos hacia afuera y nos subimos al elegante auto de Dante, negro y con vidrio polarizado.
Pasamos más de dos horas preguntado donde era la residencia de Rodrigo Torres, muchos no decían que era una ubicación privada.
Todo se sentía tan caótico, sentía que vivía encerrado en un libro buscando al amor de mi vida.

—¿Porque no vamos a la empresa de Rodrigo?— Sofía hablo con la boca llena de pan, dio un sorbo de su vaso de café y nos miro.

—Puede ser, puedo buscar su ubicación— Dante se limpió sus dedos llenos de azúcar y tecleo la pequeña pantalla del auto.

—¿Como es que nunca buscaste la forma de ver a Elina en persona?— bebí mi café, yo ni había comprado pan, solo un buen vaso de café para calmar mi ansiedad.

—Siempre tuve miedo de regresar a la vida que tuve en mi adolescencia, tuve que apagar mi lado colorido por el bien de mi familia y ustedes lo saben— inclinó un poco la cabeza.

—Aveces los padres no ven también los sacrificios qué hacemos los hijos, todo para asegurarnos de darles un futuro digno, sin disturbios y dramas—Sofía se puso en medio de los asiento.

—Por eso no la busque Damián, porque sabía que Elina lucharía conmigo para que no dejara de ser yo mismo, y no podía permitirlo, no quería llevarme a nadie a mi tormento.

Asentí con la cabeza sintiéndome un poco culpable por echarle en cara eso desde que llegué. Encendió el auto y tomo el camino hacia la empresa de Rodrigo, pasaron pocos minutos y nos detuvimos en un edificio no tan impresionante.

O tal vez mis ojos también despreciaba un edificio en donde el trabajaba día y noche. Nada personal pero dicen que todo se parece a su dueño.

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