Capítulo 33

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—Lo imaginaba un poco más grande— Elina miro el apartamento en una foto.

Tres días habían pasado desde que salió del hospital, mi cuerpo sentía que no había un corazón latiendo, un pulso qué tomar, y mis venas no pasaban sangre, dolía demasiado todo esto.
Ella decidio no ver a sus hijos por última vez, no quería que la vieran tan destruida, me hizo prometerle qué a las horas de su muerte fuera por ellos y así pasaría.

—Para una sola persona es suficiente— dije para después dejar una mochila, la cual tenia ropa nueva que Sofía le había comprado, sus productos de higiene personal y sus documentos, que de algúna forma Lihon los consiguió, y no sabía como lo había hecho.

—No lo creo, se ve pequeña— me sonrió cansada.

—¿Tres habitaciones, dos baños, la cocina y el salón?—señale cada parte— eso te parece pequeño, me pierdo en las noches cuando voy por un vaso de agua.

Reímos

—¿Donde me quedaré?— giro su cuerpo al rededor del lugar y miro las escaleras, poco a poco las subimos juntos, con tranquilidad

—En la habitación de lado del baño, y conmigo— dije obvio tomándola de la mano y caminado con ella hasta el lugar.

Sentir felicidad y a su vez sentir nada era complicado, como mi corazón estaba asimilando que en cuestión de horas, días, semanas perdería al amor de mi vida? Ella había decidido irse del hospital, no quería quedarse un minuto más en ese lugar.

—¿Sofía y Dante se quedarán aquí?— asentí— podemos comer hamburguesas con papas frítas.

Me miró con cara tierna, aun era la mujer más hermosa que había visto en mi vida, su piel ya pálida y sin color no evitaba qué sus ojos color sol resaltaran y la hicieran ver hermosa.

—¿Que crees?— hable con emoción, me miró con esperanza— que nooo pasará eso.

La tome por la cintura y le di un tierno beso, lo más cursi del planeta, pero eran mis besos favoritos, con ella aman disfrutar de un beso lento y probando cada sabor de ellos.

—Eres malo— hablo entre el beso, la lleve abrazada a mí y la metí en mi habitación.

—Esta será nuestra habitación— le dije, ella miro a todos los lados y sonrió.

-¿Porque siento que hay un poco de mí aquí?- miro cada detalle.

Una lámpara de luna, su luz era rosa porque el color me recordaba a ella. Un disco de The Beatles porque es su banda favorita y claro esto podía parecer algo enfermo pero había robando una diadema blanca y la tenía junto a él disco.

-Los tonos son muy, de mi gusto— sonrió a ver los detalles que hicimos para ella — gris, blanco y un poco negro, son muy elegantes— me miró, y me abrazo por la cintura.—y ¿escuchabas a mi banda favorita?— susurro.

—Creo que algunas de sus canciones me gustan, pero no cambio a Joan Sebastian— pegue mi barbilla con su cabeza y la moví lentamente, como si estuviéramos bailando.

—Yo también lo escuchaba, me gustó un poco, pero la música en inglés me gusta más.

—Ugh chica de ciudad — dije dramático.— ¿te gustó tu boda?

Sentí que se tenso, pero después de segundos se relajo y negó.

—Fue horrible, me sentía excluida en mi propia boda — levantó su mirada— le pegue a una chica con el ramo, no pude comer nada porque todo me daba asco y vomitaba, creo la pase más en el baño.

—¿Que canción bailaron?.

—Esto será estúpido, pero a Rodrigo le pareció estúpido hacer eso, así que no bailamos ninguna canción, además su familia se emborracho y comenzaron a pelearse, tuvimos que regresar a la ciudad de México esa misma noche.

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