Lejos de lo que alguna vez se hubieran imaginado, Vegas y Macau habían encontrando una manera de llevar una relación en paz con su padre.
Vegas mantenía su trabajo en el colegio y solo lo ayudaba con asistir a las mismas reuniones los fines de semana, para ver si había modificaciones con los tratos o no, sin involucrarlo en más cosas. Macau al terminar su universidad se había quedado a cargo del departamento de finanzas en la empresa que si tenia finalidades legales. Algo estresante al principio pero nunca dudaria de su capacidad, así que en poco tiempo encontró el punto medio.
Chay había presentado el examen en la misma clínica, tardaron un par de meses pero lo llamaron para contratarlo. Así que ahora era compañero de trabajo de Pete, aunque en otro turno.
Win era llevado al jardín de niños por Chay, que trabajaba por las tardes. Así de rápido, el pequeño tímido pero sonriente niño ya tenía sus 4 años y debían admitir qué no había cambiado mucho su personalidad. En casa era muy activo, jugaba y reía con fuerza pero frente a más personas era tímido, aun así no lloro en su primer día. Eso llenaba de orgullo a Chay, que a quien tuvo que hacer dejar de llorar fue a Macau ese día.
Venice era otra historia, así como era de conversador, conforme creció solo empeoró la situación. Estaba en la etapa de los "¿Por qué?". Todo le daba curiosidad, todo agarraba, todo preguntaba sin contenerse en absoluto.
Lo que los dejaba en la situación actual. Era sábado y Pete iba llegando de trabajar, encontrando a Vegas cocinando y Venice ayudándole a poner los platos en la mesa.
-Oye papá.. ¿por que siempre usamos estos platos? ¿Por que no compras más?- pregunto.
-Porque no necesitamos más Venice, con esos son suficientes- respondió tranquilo.
-Pero en el supermercado hay unos más bonitos ¿Por que no compras esos? ¿No te gusta el color?- pregunto dandose vuelta para ver a Pete- Llego papi- dejo los cubiertos en la mesa para correr a abrazarlo.
-Hola mi amor..- despeino su cabello respondiendo el abrazo.
-¿Vas a comer de una...?- la pregunta de Vegas se quedo en el aire al girarse- ¿Qué te pasó?- se acerco después de apagar la estufa.
-No me siento bien.. ¿Qué cocinaste?- se cubrió la nariz.
-Espagueti.. y freí algo de carne de cerdo- respondió Vegas.
Pete estaba pálido, tenia días sintiéndose mal pero una pastilla lo solucionaba, hasta el día de hoy qué no ayudo mucho y terminó incluso con medicamento en la vena.
-Papi.. ¿Donde te duele?- pregunto Venice aun en el abrazo.
-Estoy bien cielo, pero necesito dormir.. acompaña a tu papá para que no coma solo- beso su frente antes de retirarse.
-Ven... dejemos descansar a papi- tomó la mano del pequeño que veía como Pete se encerraba en la habitación.
Comieron entre más preguntas sin razón qué se le ocurrían a Venice. Vegas amaba a su hijo pero su cabeza estaba a punto de reventar por tanta palabra.
-¿Por que no me dejas jugar?- se quejó viendo la tablet en la mesa- Me porto bien, no entiendo-
-Porque ya jugaste en la mañana- respondió encendiendo su computadora para avanzar con planeaciones de clase.
-Pero eso fue en la mañana papá, ya es tarde- respondió muy seguro.
-Bien... juega pero solo un rato, mientras estoy ocupado- respondió concentrado en lo que hacía.
El pequeño Venice tomó la tablet encendiendola, al principio si estaba jugando, de esos juegos donde juntabas piezas iguales para eliminarlas.
En algún momento escucho la puerta del cuarto abrirse y se paro del suelo para ir a ver a su papi Pete pero apenas dio unos pasos lo vio entrar al baño.
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Inesperadamente
RandomVegas es finalmente feliz y libre de las ataduras de su padre desde hace algunos años. En cuanto se graduó de la universidad y consiguió un empleo se mudo a un departamento. Lejos de los negocios turbios, eso era lo mejor, estaba harto de los confli...