Capitulo 15

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En la montaña, Thorin permanecía sentado en su trono. La piedra aun no había sido encontrada, o eso es lo que él pensaba.

Narwen había escuchado la manera en la que se dirigía a su compañía, en la manera que los maltrataba, y era algo que no podía aceptar. Decidió mantenerse alejada de Escudo de Roble, no quería discutir y que las cosas terminaran mal.

Se mantenía lejos de la sala del tesoro, para no darle motivos a Thorin que creyera que ella tenía su estúpida piedra. Decidió que lo mejor era hacer guardia en la entrada. Allí estuvo sola por varias horas.

Cuando la tarde iba cayendo, Fili se acercó.

Llevaba un poco de pan, carne seca, frutas y un odre con agua. Quería pasar un tiempo junto a la elfa, sin elfos, enanos o hobbits molestando.

—Hola. —saludo, a lo que la elfa sonrió. Fili sintió un pinchazo en su corazón al ver aquella sonrisa dedicada solo para él.

—Hola Fili. —se alejo de la muralla, para sentarse en la roca que antes había ocupado Bilbo.

—Te traje algo de comida. Cortesía del gobernador. —rio ante aquello, el gobernador había sido todo menos amable con ellos. Dejo la canasta en las piernas de Narwen para pararse frente a ella, apoyando su espalda en la muralla. — ¿Por qué estas alejada del grupo? —pensaba en aquello desde que habían llegado, había notado la distancia que la elfa había tomado.

—No quiero problemas con Thorin. —Fili frunció el ceño sin entender. Sabía que su tío en un principio no se fiaba de ella, pero ahora ya no era así. Narwen noto el desconocimiento en los ojos del enano. —Lo que más quiere en este mundo, es aquella Piedra. Lo está consumiendo la ansiedad y el poder. Si esa roca tarda en aparecer, ¿a quién crees que acusara de ladrón? Si me mantengo aquí, lejos de su oro, no podrá inculparme de nada. —Narwen había oído una conversación entre Dwalin, Balin y Thorin, donde este ultimo expreso abiertamente su duda ante la lealtad de sus compañeros enanos. Sabía que era cuestión de tiempo para que Thorin apuntara su brújula hacia ella.

—Mi tío no es como su abuelo. Estará bien. Deberías entrar, Bombur puede hacer guardia. —Narwen no quería discutir con el enano, pero no podía dejar que éste no viera la realidad.

—Ese oro Fili, ese oro esta maldito. Una serpiente anido en este oro por muchísimos años. Está maldito. ¿Acaso no lo ves en los ojos de Thorin? Esta perdido, el oro y esa maldita roca lo están perdiendo. Lo mejor que podríamos hacer es sacarlo de este lugar, alejarlo del veneno que tarde o temprano consumirá su alma. —el enano frunció el ceño, no le gustaba las palabras que salían de la boca de la elfa.

—Narwen, esa maldita roca como tú la llamas, es la que corona a mi tío, mi sangre, a reinar en esta montaña. Quizás para ti, una princesita elfa, no signifique nada, pero para nosotros lo es todo. Este lugar lo es. Ustedes los elfos no tuvieron que ver como les arrebataban su hogar, viven alejados de todo, en sus estúpidos valles y bosques. Nos costó mucho recuperar este lugar. No nos iremos. —Narwen lo miro, y si las miradas pudieran herir, Fili hubiera tenido una de muerte. La forma despectiva en que se refirió a ella le molesto, la forma en que escupió con odio aquellas palabras, le hizo hervir la sangre. Pero decidió ignorar aquellas palabras, respiro hondo.

—Se lo que significa este lugar para ustedes Fili, me aventure con la compañía para ayudarles a recuperar este lugar, su hogar, pero no puedo... — lo que la elfa quería decirle era que no podía tolerar el que sean tratados como ladrones cuando habían dado todo por su rey y que no podía dejar que Thorin enloqueciera, pero Fili la interrumpió antes de que continuara.

—Nadie te rogo que nos acompañaras. Estas aquí por decisión propia. Si este lugar no está acorde a tus necesidades, si no estás cómoda, quizás deberías irte. El bosque negro te recibirá encantado. —Narwen se quedo de piedra al oír las palabras del enano. Sus palabras habían dolido. Apretó la mandíbula, tragándose todo el veneno que quería salir de su boca. No pensaba seguir discutiendo con él, sabía que de hacerlo, las cosas podían terminar muy mal. Dejo la canasta en el piso, se puso de pie, y se fue.

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