El ejército de espectros había inclinado la balanza hacia los hombres, acabando con los orcos y mumaks que quedaban no solo fuera de la ciudad, sino también a aquellos que habían logrado adentrarse en esta.
Legolas, Narwen y Gimli, estaban a espaldas de Aragorn, quien permanecía delante del rey espectro.
–Libéranos. –soltó aquel ser. Narwen lo observo. Jamás había visto algo como aquello.
–Mala idea. Son muy útiles cuando hay aprietos, a pesar de estar muertos. –los blanquecinos ojos del rey volaron del enano hasta Aragorn. A pesar de que no poseía pupila alguna, la elfa noto su miedo a seguir atado a este mundo.
–Nos diste tu palabra. –le recordó al montaraz, quien asintió.
–Su juramento ha sido cumplido. Váyanse. Estén en paz. –una sonrisa apareció en el rostro del espectro. Pronto la brisa se llevó a todo aquel ejército, directo a su descanso eterno.
Gimli suspiro, apenado pues sabía que podían haber servido en un futuro, pero todos sabían que Aragorn era un hombre leal, que cumplía sus promesas.
Narwen observo alrededor. Desde la muerte del Nazgul no había vuelto a ver a Eowyn. Sus ojos otearon el lugar, pero no logro verla por ningún sitio.
–Hay que ayudar a los heridos. Debo buscar a Eowyn. –susurro hacia Legolas, quien asintió.
–No sabía que ella estaba aquí. Creí que el rey no se lo permitiría. –en la batalla del Abismo, la mujer había sido enviada a las cuevas, por lo que era lógico que Théoden no le habría permitido estar allí.
–No lo hizo. Pero la mujer es testaruda, y sobretodo valiente. Ella fue quien mato al Nazgul, por eso necesito buscarla. –Legolas la observo con temor. Ambos sabían lo que ocurría cuando una espada era blandida hacia uno de los jinetes negros.
–Odio separarme de ti, pero si lo hacemos ocuparemos más lugar. –dijo el elfo. Beso su frente y se alejó a trote hacia las murallas de la ciudad.
Narwen decidió buscar por aquel lugar donde vio por última vez a la rohirrim. En el suelo, donde una oscura mancha había quemado parte del pasto, yacía un trozo de metal retorcido. Los restos del Rey Brujo. Siguió observando a su alrededor, notando a escasos metros el cuerpo sin vida del Rey Théoden. Se acercó, tocando su mejilla, notando el frio que esta desprendía. Busco a los lados a Eomer, pero el hombre no se encontraba por allí. Sabía que debía informarle sobre la muerte del rey de Rohan.
Se puso de pie y camino, rodeando el cuerpo sin vida de un mumak. Fue allí donde vio una dorada cabellera brillar en el suelo. Corrió los escasos metros que la separaban de aquel cuerpo. Se colocó de rodillas, tomando a Eowyn entre sus brazos. Observo su cuerpo, buscando alguna herida, pero nada había en ella. Sin dudas lo que estaba matándola era el veneno que había llegado a ella por haber asesinado al rey Brujo.
–Eowyn. –susurró, intentando conseguir alguna señal. Pero nada salía de los labios de la mujer. Levanto la cabeza, en el instante justo que Eomer se acercaba a ella. Narwen pudo ver claramente como el terror inundaba los ojos del hombre. Como sus manos comenzaban a temblar, y su rostro se llenaba de miedo. Eomer corrió hacia ella, tomando a Eowyn entre sus brazos. El grito desgarrador del rohirrim se oyó en todo el lugar.
Narwen sintió como su pecho dolía. La sola imagen de ella, con Arwen en sus brazos, hacía que su mera existencia dejara de tener sentido, por lo que entendía el dolor que estaba atravesando el pecho de Eomer.
–Escucha, ella aún no ha muerto. Creo que podemos salvarla. Pero debes escucharme, Eomer. –el rohirrim tenía las mejillas repletas de sudor, lágrimas y sangre. Asintió, poniendo toda su atención en la elfa. –Llévala a la ciudad, pónganla en un lugar cómodo. Iré allí en cuanto encuentre lo que necesitamos. –sin perder tiempo, Eomer corrió con Eowyn inerte en sus brazos.
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Destinados
FanfictionNarwen , hija de Lord Elrond, hermana de Arwen, Elladan y Elrohir. Su vida cambia cuando un mapa y una llave llegan a sus manos. Una nueva aventura comienza...