Capitulo 27

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Bajo un cielo cubierto de nubes, sin luna ni estrellas, los habitantes de Rohan estaban en posición, esperando la llegada de los Uruk. Un grupo de elfos había sido ordenado ir a la muralla por la Princesa Narwen, mientras que otro permaneció en el patio interno del Abismo.

Legolas, Gimli y Narwen permanecían en la muralla, pues querían ser la primera barrera de defensa. Aragorn también estaba allí, pues junto a la Princesa, eran quienes comandaban a los elfos.

Pocos minutos después de que estuvieran posicionados, notaron a lo lejos unas luces. Los Uruk se acercaban, sosteniendo lanzas y antorchas, armados para la lucha.

Gimli comenzó a dar saltos, intentando vislumbrar aquello que todos veían, pero la muralla era demasiada alta para su estatura.

–Podrías haber elegido un lugar mejor. –se quejó, aunque sabía que no había sectores que no posean esas altas paredes. Ambos elfos rieron por lo bajo. Aragorn se acercó a ellos, sin quietar sus ojos del ejército que se acercaba poco a poco. –Ojala que la suerte que te mantiene vivo dure hasta mañana. –dijo el enano. Un relámpago brillo sobre ellos.

–Tus amigos están contigo, Aragorn. –Legolas quería llevarle tranquilidad al montaraz, pues sabía que temía, no solo por él, sino por toda la gente de Rohan.

–Esperemos que duremos hasta mañana. –volvió a bromear Gimli. Aragorn coloco sus manos en los hombros de ambos, para acercarse a Narwen.

–Ten cuidado. Si algo sale mal, ve a la ciudadela, y luego a las cuevas. –Narwen frunció el ceño observándolo.

–Sabes que no huiré. Y tú debes cuidarte. Recuerda quien eres. –No solo era un guerrero más allí, era el heredero al trono de Gondor. Aragorn asintió.

–Solo, no hagas nada imprudente. –susurro.

Para cuando los Uruk estaban a pocos metros, la lluvia comenzó a caer sobre ellos.

A Eruchîn, ú-dano i faelas a hyn an uben tanatha le faelas. (No tengan piedad de ellos porque ellos no la tendrán por ustedes). –grito Aragorn hacia todos los elfos presentes.

El gran ejército de Uruk se detuvo a unos metros. Lo único que se oía en el abismo era el agua chocar sobre el metal.

– ¿Que está pasando? –se impacientaba Gimli al no escuchar ni ver nada.

– ¿Te lo describo? ¿O quieres que mejor te busque un banquito? –el enano carcajeo al oír aquello.

Pronto, el silencio termino. Los Uruk comenzaron a golpear sus lanzas y petos. Aquellos sonidos erizaban los pelos de los habitantes de Rohan.

Narwen saco su espada, a lo que todos los elfos respondieron colocando una flecha en sus arcos, listos para actuar cuando su capitana se lo ordenara. El resto de los habitantes de Rohan que estaban sobre la muralla, imitaron las acciones de los elfos, también expectantes a la orden. Un viejo anciano, tensó una flecha, mirando hacia el gran ejercito a los pies del Abismo. Sus manos temblaron, y la lluvia copiosa hizo que la flecha saliera por accidente, dando de lleno en el cuello de uno de los Uruk.

– ¡Alto! –grito Aragorn, evitando que el resto se asustara y continuara atacando. Los Uruk comenzaron a gruñir con fuerza, inundando el lugar con sus rugidos. La guerra acababa de comenzar.

–La armadura no protege bien el cuello ni abajo del brazo. –susurro Legolas hacia Narwen, quien asintió y sonrió, agradeciendo aquel detalle que Legolas había descubierto.

¡Faeg i-varv dîn na lanc a nu ranc! (¡Su armadura es débil en el cuello y bajo el brazo!). –grito la Princesa hacia su ejército. Los Uruk comenzaron a marchar hacia la muralla. – ¡Hado i philinn! (¡Lancen las flechas!) –ordeno. Una lluvia de flechas cayó sobre las criaturas, dejando a varios de ellos muertos.

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