Capitulo 28

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Dentro de la fortaleza, las calles se habían llenado de gente. Las mujeres y niños habían salido de las cuevas, buscando con desesperación a sus familias.

Narwen camino hasta la muralla, donde varios hombres de Rohan observaban la grieta que había dejado la explosión. Los hombres no sabían cómo podrían repararla sin necesidad de tirar todo abajo. La elfa oyó atentamente, y supo de inmediato a quien podría recurrir para que ayudara a aquellos hombres.

Camino hacia el patio interior, encontrando a Legolas y Gimli quienes discutían sobre quien había matado más Uruk, y sin dudas había sido un empate, pero el elfo no lo aceptaba. Narwen rio.

–Siento interrumpir su competencia, pero Gimli necesito pedirte un favor. –el enano estaba sentado sobre un gran Uruk, fumando de su pipa.

–Soy todo oído. –dijo mientras expulsaba el humo de su boca.

–Hay varios hombres intentando descifrar como reparar la muralla. ¿Crees que podrías ir a darles una mano? Sé que los enanos son expertos en rocas. –Gimli no lo dudo y se puso de pie.

–Iré inmediatamente. Los enanos somos los mejores en cuanto a construcción se trata. –comenzó a caminar, pero Narwen lo detuvo.

–Gracias Gimli. Y lamento decirles que han perdido. –sonrió, ambos la miraron esperando dijera el número. –57. –Gimli gruño y se alejó, murmurando cosas por lo bajo. Legolas por su parte rio, pues no sabía que la Princesa también llevaba la cuenta de cuantos Uruk había matado.

–La próxima vez me esforzare para ganarte. –dijo Legolas, tomando las manos cálidas de la elfa.

–Mentí. No los conté, solo quería molestar a Gimli. –el elfo rio negando, pues él también había creído aquella mentira. Abrió la boca para hablar, pero fue interrumpido por Gamelin, quien les informo que debían preparar sus caballos, pues aun había un lugar al que debían ir.

Montados solo en sus caballos, Gandalf, Théoden, Eomer, Legolas, Narwen, Aragorn y Gimli, emprendieron viaje. El lugar al que debían ir, no estaba demasiado lejos, pero no podían parar a descansar si no querían que en el regreso los atrapara la noche.

Cabalgaron hacia el bosque, donde todo estaba tranquilo. Gimli observaba cada árbol, pues desconfiaba de ellos.

Gandalf los guio por el camino que él conocía, que llevaba directamente hacia la torre. Después de unas horas, llegaron al lugar donde se escondía Saruman.

Lo primero que notaron, fue una gran muralla derrumbada. Narwen observo el suelo, notando las mismas extrañas huellas que había visto aquel dia en que iban tras los hobbits. Y más allá, pudieron ver la gran torre oscura de Isengard. Pero lo que los sorprendió, no fue los destrozos del lugar, ni lo aterradora que se veía la torre, sino la presencia de dos pequeños hobbits, quienes, sentados sobre un trozo de muralla, comían y bebían contentos. Los pequeños los notaron y se pusieron de pie, saludando con alegría a todos ellos.

– ¡Bienvenidos, mis señores, a Isengard! –dijo Merry, mientras levantaba una jarra de cerveza de raíz.

– ¡Jóvenes traviesos! ¡Nos hacen emprender valiente búsqueda y los encontramos dándose un banquete y fumando! –grito indignado Gimli, quien montaba detrás de Legolas.

–Estamos sentados en un campo de victoria, disfrutando de comodidades bien ganadas. La cecina de puerco está especialmente buena. –la boca de Gimli casi babeo al oír aquello. Hacía días que no comía un buen trozo de puerco.

–Estamos bajo las órdenes de Barbol quien es el nuevo administrador de Isengard. –Merry señalo hacia dentro. Todos comenzaron a cabalgar hacia allí. Pippin decidió montar detrás de Aragorn, mientras que Merry lo hizo detrás de Narwen, pues no conocía al resto de los que estaban allí.

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