LEONE
Estaba oscuro, de nuevo tengo siete años y estoy hecho un ovillo en el piso, protegiéndome el rostro con los brazos para que no me rompiera la nariz otra vez.
¿Por qué papá me está pegando? Hoy no hice nada malo, hoy vine a la zona roja como ordenó, vine con mamá, como él dijo, y dejamos a Blaz con Marcel para que mi papá no le hiciera nada, lo odia, pero Blaz no ha hecho nada malo, es muy pequeño aún, tiene cinco, yo soy el hermano mayor, mamá dice que los hermanos mayores debemos proteger a los menores.
Ah... ya recuerdo, por eso me está pegando papá, mi madre está embarazada y él cree que es de Marcel, pero si le pega a mamá, mi hermanita saldrá lastimada, y yo tengo que protegerla, porque soy mayor.
— ¡No te ocultes la maldita cara! ¿Eres un hombre o un marica? — gritó papá, pateándome la espalda— ¿No dijiste que recibirías los golpes por ella? Hazlo como corresponde ¡Los Lehmann no nos ocultamos bajo las faldas de las perras!
Mamá lloraba aterrada en un rincón, abrazándose la panza mientras gritaba mi nombre, desesperada.
— Dominik, por favor... — suplicaba— Es sólo un niño, por favor, déjalo en paz, este bebé es tuyo, te prometo que es tuyo, me aseguré de que así fuera, por favor... ya no le hagas daño...
Si hay algo que no me gusta es ver a mi madre llorar, pero me gusta mucho menos ver su cara golpeada luego de ver a papá, por eso me asusté cuando Dominik, mi padre, le prestó más atención que a mí, sujeté su pie cuando intentó ir hacia ella con el cuchillo de la mantequilla entre las manos, se supone que estábamos comiendo y todo salió de control.
— A mí... no a ella — articulé— Dije que recibiré los golpes, padre, y así lo haré, no me voy a cubrir, no voy a hacer nada, pero no las lastimes.
Supliqué patéticamente porque es todo lo que puedo hacer.
Él es grande, y yo pequeño.
Él puede hacer desaparecer a mi mamá en un chasquido, me lo dijo, dijo que yo debía obedecer y cumplir con sus expectativas, o lo próximo que tendré en el plato, será a mi mamá a pedazos, y a mi hermanita como la atracción principal hecha un pudín. No puedo dejar que eso pase.
— Así que te estás haciendo hombre, Leone — me sujetó por el pelo— ¿Vas a recibir los de esa perra y la bastarda que lleva ahí?
Señalando la panza de mamá con el cuchillo.
— Soy un hombre, voy a recibir el castigo de las dos.
Respondí apretando los labios para no llorar, a él no le gusta cuando lloro porque soy débil, y los Lehmann no podemos ser débiles.
De pronto tenía once, y papá llegó borracho a la casa de Marcel dónde vivíamos todos, Blaz abrió la puerta a pesar de que mamá le dijo que debía preguntar primero y papá le pateó el rostro, asqueado por tener que verle la cara, venía por Emilia, ella tenía el mismo lunar distintivo bajo el ojo derecho, como yo, como Dominik, nuestro padre, quería criarla él para que no fuera una decepción, como yo.
ESTÁS LEYENDO
El engaño perfecto +21
RomanceEl alcohol es nuestro mejor amigo... y el peor enemigo también, tras el engaño de su prometido, Gabriela decide dejar de sobre pensar tanto las cosas y hacer una locura, yendo hacia el Pandemónium, lugar en el que trabaja durante algunas noches, un...