Capítulo 28 "Guardaespaldas. Parte 1"

4.9K 397 274
                                    

HANS

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

HANS.

Esperé pacientemente a que la señorita terminara su jornada de trabajo. Debo ser sincero y admitir que me han cosquilleado las palmas todo el día, esperando a lo que tengo reservado para ella esta noche, lo he esperado por demasiado tiempo.

Meses.

Años.

En completa agonía, esperando una oportunidad con la princesita de hielo, promiscua y sin corazón que devora hombres y mujeres por igual, yo no quería que me reemplazara, temía que cambiara de escolta si hacía algún movimiento atrevido, por lo que me moví lento, demasiado lento, tanto, que ni siquiera notó que todas mis actitudes, palabras y acciones con ella fueron fríamente calculadas, luego de escuchar tantas veces lo que deseaba y lo que le gusta, me moldee a ella para que me pusiera atención, y ahora que la tengo, puedo volver a ser el mismo hijo de puta que he sido siempre, ese que parece gustarle.

Tomé el móvil de la señorita, el cual siempre guardo yo para evitar fugas de información o invasión a su privacidad, desbloqueándolo sin esfuerzo luego de haberla visto tecleando los dígitos en la pantalla, buscando el contacto del mayor de sus hermanos antes de apoyar el móvil en mi oreja, esperando.

— Emilia ¿Qué sucede, princesa? ¿Necesitas dinero para algo que claramente no necesitas, pero urgentemente deseas?

Siempre tan mimada la señorita...

— No, soy yo, señor Lehmann, Hans.

— ¿Le pasó algo a Emilia?

Cambió de inmediato ese tono de voz meloso, a uno extremadamente preocupado y brutal, mortal. De seguro él me mataría si permito que algo que pase a su mimada hermana menor.

— Nada señor, ella está felizmente trabajando ahora, es sobre otra cosa.

— Dime entonces — suspiró— Casi me da algo, no me asustes así de nuevo, Hans.

— Lo lamento señor, no fue esa mi intención, sólo quería avisar que Emilia no llegará a casa esta noche, sinceramente, no quiero interrupciones, ni que hable con alguien más que no sea yo luego de que termine su jornada, tengo algo preparado.

Lamí mis labios, viendo a la rubia posar en traje de baño en el set, el bikini le aprieta demasiado del frente, y esos pechos perfectos que posee se aprietan uno con otro, los brillos en el escote no hacen más que resaltar su bonita forma redondeada, y muero por dejar una marca ahí...

— Sé que Emilia está en buenas manos contigo, no hay problema, de todas maneras, gracias por avisar.

— Se preocuparía si no le dijera dónde va a estar ella, su seguridad es lo más importante para mí.

Siguiendo todos los movimientos de la rubia, apretando el móvil al ver la familiaridad con la que el sonidista apoya su mano en el hombro de ella, acercándose más de lo necesario, contándole un chiste que la hizo reír.

El engaño perfecto +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora