GABRIELA.
Apagué las luces, corriendo hacia la cama calentita que me esperaba, cargando a Lucifer, metiéndolo bajo las mantas, acurrucándome con él en un intento de entrar en calor, la noche estaba fría, y luego del susto de hoy, más la poca ropa y el clima horrible, tenía los pies congelados, me puse dos pares de calcetines para entrar en calor más rápido y no está funcionando, lamentablemente, inclusive me sequé el cabello, pero nada parece resultar, quizá debí dormir con pijama, una camiseta no es suficiente, es sólo que odio dormir con pijamas largos, cada vez que giro en la cama se pegan las sábanas y es muy molesto.
— Que frío, joder...
Sintiendo a Lucifer acurrucarse mejor, ocultando su hocico en mi cuello, al parecer, él piensa como yo y es una de esas noches heladas en las que probablemente nos meteríamos en la cama de Emma para dormir, eso me recuerda que debo llamarla, estuve tan preocupada hoy por Leone que no atendí ninguna de sus llamadas y mucho menos abrí los mensajes, le contaré los pormenores de mi vida, no creo que le haya simpatizado mucho la idea de que abandonara la casa sin avisarle.
Llevaba al menos una hora intentando dormir y entrar en calor, mi cuarto estaba en penumbras y la casa silenciosa, por eso me llamó la atención cuando sentí la puerta abrirse lentamente, viendo a Leone entrar vistiendo únicamente su ropa interior, cerrando la puerta tras de él, acercándose a la cama, metiéndose en el lado contrario, cubriéndose con las mantas.
— No digas nada — dijo antes de que pudiera emitir palabras, iba a preguntarle qué hace aquí— Estoy molesto por tu irresponsabilidad y tú estás molesta porque yo estoy molesto, pero a ti no te gusta dormir sola y no quiero que sientas que estoy castigándote. Duerme tranquila, juré que nunca iba a lastimarte, lamento lo de hoy.
Sonreí intentando no parecer demasiado emocionada por su presencia aquí y sus palabras, Lucifer pareció oler mi efusividad y levantó la cabeza para lamerme la nariz, como si dijera que me entiende.
— No te tengo miedo, Leone — susurré— Te conozco mejor de lo que piensas, y te entiendo, entiendo lo de hoy.
Él sonaba triste, pero no tenía por qué estarlo, yo sabía en lo que me estaba metiendo cuando decidí ir a buscarlo, por su posición como jefe entiendo que no podía tratarme como si fuese de cristal, porque así me trata siempre, como si yo fuese algo frágil y valioso, lo más delicado de su colección.
¿Cómo podría odiarlo? Hace cosas malas, sí, pero es lo que le tocó vivir, no puede negarse, ni salirse, nadie sale de la mafia roja nunca, menos él, que se le impuso ser el cabecilla, debe dar el ejemplo, y si debo jugar a ser Ela cada vez que vaya, que así sea.
— Me miraste con miedo, y con asco, Gabriela.
Podía sentir su calor irradiar hacia mi cuerpo, rápidamente el frío me abandonó, dormir con alguien siempre es mejor que dormir sola.
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El engaño perfecto +21
RomanceEl alcohol es nuestro mejor amigo... y el peor enemigo también, tras el engaño de su prometido, Gabriela decide dejar de sobre pensar tanto las cosas y hacer una locura, yendo hacia el Pandemónium, lugar en el que trabaja durante algunas noches, un...