GABRIELA.
Me miré al espejo, sintiéndome como una maldita princesa, podría sujetar la falda y dar brincos de la emoción al pensar que me casaré con un vestido cómo este, es precioso, realmente precioso, jamás en la vida podría haber pagado algo como esto, de seguro, Emil tampoco habría podido, sigue impresionándome la cantidad de dinero que gastan los Lehmann, Emilia ni siquiera se arruga con el precio, no quiso decirme, lo comparó con comprar un helado de tres sabores...
Malditos ricos y sus analogías de helados.
Me miré una vez más al espejo, reparando en el corte corazón del vestido, elegimos uno estilo corsé que me hace una cintura preciosa y levanta mis pechos a la vez, sin tirantes, y ajustable, es decir, no hay cremallera, sólo un lazo increíblemente largo y entre cruzado para dar la forma deseada, y lo elegí para hacer enojar a Leone, de esta manera, se demorará más al quitarlo.
En cuanto a la falda, me explicaron sobre la gran variedad de colas que existen, estilo catedral, elegantes y formales, Watteau, que aparecen desde los hombros o espalda, de la corte, que miden poco más de un metro, y así, un sinfín de nombres y descripciones que apenas las mencionaban, las olvidaba, pero por fortuna mía, tengo una cuñada que trabaja como modelo, por lo que la moda es su punto fuerte y ella me ayudó a decidir.
Emilia eligió el tipo de cola por mí y me preguntó si estaba bien con ello, hablándome sobre la cola real, utilizada por reinas y princesas, cómo Victoria de Suecia, Diana de Gales, la reina Letizia, y así, ella es una experta, por lo que me explicó que este tipo de cola mide más de tres metros, está hecha para que la gente voltee a ver a la despampanante novia sin quitarle los ojos de encima, ya que, este tipo de cola abarcará todo el pasillo de la catedral o salón que se utilizará, por lo tanto, sólo puede utilizarse bajo dos condiciones, una boda al nivel del vestido de la novia, es decir, costosa, y con la ayuda de damas de honor que ayuden a llevar el vestido para que su majestuosidad no se vea afectada por las arrugas o tener la mala suerte de que se atrape en algún lugar, y ya que cambiaré mi apellido a Lehmann, y será un evento televisado, con un gran número de participantes, dije que sí a la idea, debo estar a la altura de la situación.
Pero esto no fue todo, además del corsé que me hace cintura y pechos de infarto, de una falda pomposa y de varias capas de encaje, de la cola impresionantemente larga, Emilia quiso agregarle toques extra para demostrar una vez más la cantidad dinero que posee la familia.
Incrustaciones de diamantes, yendo de más a menos.
Desde la parte superior del corsé, trazando flores con las piedras preciosas, hasta la falda, con bonitos puntos de luz, sumando dos brazaletes que se acomodarán en la parte superior de mis brazos, repletos de diamantes.
Para finalizar, un velo tan largo como el vestido, cinco metros en total, una capa de tul suave, con apliques de encaje en forma de flor, pequeños destellos brillan en el delicado material, diamantes chiquitos y hermosos.
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El engaño perfecto +21
RomanceEl alcohol es nuestro mejor amigo... y el peor enemigo también, tras el engaño de su prometido, Gabriela decide dejar de sobre pensar tanto las cosas y hacer una locura, yendo hacia el Pandemónium, lugar en el que trabaja durante algunas noches, un...