GABRIELA.
Emma y yo nos vestimos y salimos en cuanto terminamos de comer con una buena cantidad de dinero encima, tomé el auto que ocupo para ir a la zona roja aún con sus llantas rojas que llamaban la atención aquí y fuimos a comprar a la zona segura lo que necesitaríamos para el día, todos tenemos una lista detallada de los niños que se cuidan y de sus respectivas tallas para comprarles cosas que realmente les sirvan, cosas nuevas y no desgastadas por el uso, todos merecemos algo nuevo de vez en cuando, eso nos hace sentir felices y especiales, sobre todo en niños en sus circunstancias.
Montando todo en el auto, no tardamos en cruzar la división hasta ver pisos rojos y edificios del mismo color, todo en diferentes tonalidades, pero el mismo color, esta división no se hizo hace diez o quince años, son muchas décadas y diferentes lideres de la mafia roja que la han mantenido para que las actividades ilícitas y las noches sin ley se mantengan tal y cómo están.
— A Oliver deberíamos déjales las rojas, el rojo es su color favorito — parloteó Emma desde los asientos de atrás, asegurándose de llevar cosas para todos— Y a Franny, a Franny le gusta el rosa, estoy segura de que las que elegimos para ella le encantarán, son zapatillas gruesas, no les dolerán los pies por el frío con la nieve, estos abrigos están estupendos para cuando vayan a clases, calentitos y nada aparatosos para que jueguen tranquilos.
Metiendo todo en bolsitas individuales para cada niño, calzado grueso, abrigos y ropa calentita para cada uno, esos dos millones, más uno de los que yo tenía, tres millones para comida y vestuario, sí que aprovechamos bien el dinero.
— Tendrán para comer cosas deliciosas por días — me alegré, sentada tras el volante— Y podrán repetirse cuantas veces quieran, podrán comer dulces y galletas, no siempre se puede comer así de delicioso, yo lo hacía sólo para fechas importantes, como navidad o año nuevo, nunca las dos, pero siempre una de ellas.
Acelerando para llegar pronto al comedor, deben estar ya en medio del almuerzo para toda la gente que no tiene el dinero suficiente para comer en sus casas.
— Podría hacer más tratos así con Blaz si eso nos dará el dinero suficiente para darles comodidad a los chicos del refugio.
Guardando feliz los regalos, tarareando.
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El engaño perfecto +21
RomanceEl alcohol es nuestro mejor amigo... y el peor enemigo también, tras el engaño de su prometido, Gabriela decide dejar de sobre pensar tanto las cosas y hacer una locura, yendo hacia el Pandemónium, lugar en el que trabaja durante algunas noches, un...