Capítulo 31

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LEONE

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LEONE.

Pasamos la noche en pie.

Tal y como dije, me encargué de la cremación de Lucifer, me quedé para ver el proceso completo, cómo lo metieron en el enorme horno, como las llamas lo cubrieron todo, el calor que irradiaba... me quedé hasta el final, porque la muerte no tenía por qué ser triste y solitaria para el compañero de vida de mi mujer, ese minino fue lo que la mantuvo despierta, feliz y ocupada para poder seguir su vida... y ahora se ha ido, por mi culpa, culpa de mi padre.

Nuevamente le quité algo importante, me siento tan culpable...

Le compré la ánfora más bonita que encontré, un soporte de oro, que sujeta un bonito corazón rojo, con una pata dibujada en oro en la esquina superior izquierda, también quise ponerle una inscripción.

"Por ser el mejor animal de apoyo, la mejor mascota, el mejor amigo, y el secuestrado mejor cuidado de la historia. Gracias, Lucifer".

Regresé a casa tarde en la madrugada, luego de comprobar que el lugar fuera seguro para todos, luego de... pedirle a Emma que se pusiera en contacto con la resistencia para comenzar a moverse, porque no sé cuantas personas querrán apuñalarme por la espalda ahora, en mi propia boda, más de la mitad dejó clara su preferencia, mi padre, y podrían haber más infiltrados, no confío en nadie, no confío en nadie que no esté en mi pent-house ahora, mi familia, mi esposa, la loca de Emma y el perro leal de Hans, nadie más, sé que ellos no me darán la espalda, por ende, yo no se las daré a ellos, hay algo importante que tengo que hacer.

— Señor, está todo listo. Gracias por incluir a mi hermana en esto.

Dijo Luther, quien tomó mi partido en cuanto papá hizo su movimiento, ya no tiene caso fingir.

— Mi esposa me mataría si la dejo fuera — tomando el sobre, guardándolo en el saco de mi traje ensangrentado, no me he cambiado— Por favor, sigue atento, saldrán pronto.

— Por supuesto, estaré informando.

Asentí y caminé hacia el ascensor, sujetando bien la ánfora del pequeño minino, ahora se siente tan liviana, tan... nada, cuando ese costal de pelo y grasa comía por cuatro gatos, estaba obeso, pero seguía siendo tan ágil...

Mierda. No pude protegerlo.

Si no puedo proteger un simple gato, menos podré proteger a esas tres mujeres que son mi vida y la vida de Blaz por mucho que él lo niegue, Emma le gusta, y dudo que quiera ponerla en riesgo ahora.

Inserté la clave y deslicé la tarjeta por el lector, subiendo directo a mi piso, entré en silencio, escuchando el murmullo provenir de la sala, Gabriela no se a cambiado el vestido lleno de sangre seca a estas alturas, la señora Liesel le ofrece un té, que por cortesía, mi esposa le recibe con manos temblorosas, Emma decide tomar la taza para evitar que derrame más líquido y depositarla sobre la mesa ratona, acariciando la espalda de la pelirroja.

El engaño perfecto +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora