Capítulo 10

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GABRIELA

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GABRIELA.

Apenas llegué a casa del señor Lehmann, como es mi costumbre, me puse el pijama, en este caso, una de las camisetas del señor, y un lápiz que encontré por ahí para sujetarme el cabello, luego fui directo a la cocina para ver si podía ayudar a la señora Liesel en algo, cosa que se tomó prácticamente como un insulto, me acercó una silla y me preguntó un montón de cosas sobre lo que me gusta comer mientras ella se movía por la cocina sacando ingredientes y condimentos para preparar el almuerzo.

— Entonces, eres vegetariana.

Repitió mis palabras, sirviéndole Lucifer un plato repleto de comida húmeda.

— Sí... soy vegetariana... — mirando el piso, un bidón de agua pequeño muy bonito, y junto a este el plato de comida en un pedestal, Lucifer parece encantado— ¿Estás cosas...?

— Ah, el señor Lehmann las mandó a comprar junto con otras cosas para el minino — acariciando el pelaje de mi gato— Compró unos rascadores de tres pisos para que se acueste a dormir o juegue, en un rato más debería llegar el técnico del señor para que instale las placas en las paredes, para que el gato se ejercite, dijo que usted tenía así su departamento y el minino lo disfrutaba mucho, así que está haciendo mejoras aquí también para que todos estén cómodos.

Sonrió levantándose y lavando sus manos para comenzar a cocinar.

— El señor Lehmann es... muy amable — sonreí— ¿Sabe usted a qué hora llegará?

— Dijo que llegará a comer, así que podrá verlo dentro de poco — sonrió— Vaya y acomódese en la sala, vea televisión, descanse mientras yo le preparo algo delicioso.

— Muchas gracias, señora Liesel, entonces... estaré en la sala.

Un poco avergonzada por no hacer nada, fui a la sala y tomé asiento en el sofá, encendiendo el televisor para ver algo, cualquier cosa, hace mucho que no tenía tiempo libre, y por lo general, el tiempo libre no era algo que disfrutara mucho, porque cuando no ocupaba mi cabeza, esta se iba directo hacia el pasado y el fantasma de mis pesadillas se me aparecía otra vez, la culpa se cierne sobre mis hombros y la desesperación se apodera de mis sentidos, no hay nada que pueda hacer para arreglar lo que rompí, pero sí que puedo mejorar el presente y el futuro.

— Buenas tardes, estamos aquí para instalar las protecciones en los balcones — dijo un grupo de sujetos que se acercó silenciosamente, asustándome, mi cabeza la tenía en otra parte— El señor Lehmann dijo que ahora tenía mascota y es peligroso dejar las ventanas abiertas, así que instalaremos unas mallas de protección ¿Podemos comenzar por aquí?

¿Dijo que tiene una mascota? ¿Colocar mallas?

¿Tantas molestias por nosotros?

— Eh... s-si — poniéndome de pie— Muchas gracias.

El engaño perfecto +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora