GABRIELA.
Apenas llegué a casa del señor Lehmann, como es mi costumbre, me puse el pijama, en este caso, una de las camisetas del señor, y un lápiz que encontré por ahí para sujetarme el cabello, luego fui directo a la cocina para ver si podía ayudar a la señora Liesel en algo, cosa que se tomó prácticamente como un insulto, me acercó una silla y me preguntó un montón de cosas sobre lo que me gusta comer mientras ella se movía por la cocina sacando ingredientes y condimentos para preparar el almuerzo.
— Entonces, eres vegetariana.
Repitió mis palabras, sirviéndole Lucifer un plato repleto de comida húmeda.
— Sí... soy vegetariana... — mirando el piso, un bidón de agua pequeño muy bonito, y junto a este el plato de comida en un pedestal, Lucifer parece encantado— ¿Estás cosas...?
— Ah, el señor Lehmann las mandó a comprar junto con otras cosas para el minino — acariciando el pelaje de mi gato— Compró unos rascadores de tres pisos para que se acueste a dormir o juegue, en un rato más debería llegar el técnico del señor para que instale las placas en las paredes, para que el gato se ejercite, dijo que usted tenía así su departamento y el minino lo disfrutaba mucho, así que está haciendo mejoras aquí también para que todos estén cómodos.
Sonrió levantándose y lavando sus manos para comenzar a cocinar.
— El señor Lehmann es... muy amable — sonreí— ¿Sabe usted a qué hora llegará?
— Dijo que llegará a comer, así que podrá verlo dentro de poco — sonrió— Vaya y acomódese en la sala, vea televisión, descanse mientras yo le preparo algo delicioso.
— Muchas gracias, señora Liesel, entonces... estaré en la sala.
Un poco avergonzada por no hacer nada, fui a la sala y tomé asiento en el sofá, encendiendo el televisor para ver algo, cualquier cosa, hace mucho que no tenía tiempo libre, y por lo general, el tiempo libre no era algo que disfrutara mucho, porque cuando no ocupaba mi cabeza, esta se iba directo hacia el pasado y el fantasma de mis pesadillas se me aparecía otra vez, la culpa se cierne sobre mis hombros y la desesperación se apodera de mis sentidos, no hay nada que pueda hacer para arreglar lo que rompí, pero sí que puedo mejorar el presente y el futuro.
— Buenas tardes, estamos aquí para instalar las protecciones en los balcones — dijo un grupo de sujetos que se acercó silenciosamente, asustándome, mi cabeza la tenía en otra parte— El señor Lehmann dijo que ahora tenía mascota y es peligroso dejar las ventanas abiertas, así que instalaremos unas mallas de protección ¿Podemos comenzar por aquí?
¿Dijo que tiene una mascota? ¿Colocar mallas?
¿Tantas molestias por nosotros?
— Eh... s-si — poniéndome de pie— Muchas gracias.
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El engaño perfecto +21
RomanceEl alcohol es nuestro mejor amigo... y el peor enemigo también, tras el engaño de su prometido, Gabriela decide dejar de sobre pensar tanto las cosas y hacer una locura, yendo hacia el Pandemónium, lugar en el que trabaja durante algunas noches, un...