Capítulo 18

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GABRIELA

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GABRIELA.

Mis primeros recuerdos comienzan cuando yo tenía más o menos cinco años, estaba oculta bajo el mantel de la mesa pequeña en la que comíamos, no teníamos dinero como para comprar mesas de cuatro personas, dos eran suficientes, después de todo, nunca compartíamos comidas como familia, no éramos una familia con ese señor.

Recuerdo bien que en ese entonces cubrí mis oídos y cerré los ojos con fuerza, rezándole a cualquiera que quisiera escucharme para que ese hombre no me encontrara, mi mamá no era la mejor, era descuidada e irresponsable, pero siempre se encargaba de que yo tuviera un plato de comida caliente sobre nuestra pequeña mesa, vivíamos sólo las dos y a menudo ella desaparecía, tenía una vida pacifica la mayor parte del tiempo, pero esa paz se fracturaba cuando mi padre venía a visitarnos, Frank era de todo menos tranquilo, y siempre que venía, golpeaba a mamá.

Recuerda, rojita — dijo mamá, su voz temblorosa lograba llegar a mis oídos— Estamos jugando a las escondidas, por mucho ruido que haya, no puedes salir, ni gritar ¿De acuerdo? Silenciosa como un pequeño conejito, esos esponjosos que vimos por la tele.

Asentí sin atreverme a hablar, recordándome que debo ser silenciosa como un conejo y mantenerme aquí en esta madriguera chiquitita y segura, lejos de las manos de Frank, a quién mamá escuchó venir desde el otro extremo de la calle, mi padre siempre fue ruidoso y violento.

Me cubrí la boca con ambas manos, intentando no emitir sonido, la puerta hizo un ruido horrible por los incesantes golpes, mamá tuvo que abrir, porque si rompían la puerta, entrarían a robar por la noche y yo me quedaba sola, mamá tenía que ir a trabajar, se preocupará si me deja sin la puerta principal, lo único que me protege de los delincuentes de la mafia roja que viven por todos lados, no nos alcanza para vivir en la zona segura lamentablemente.

Lloré en silencio escuchando a mamá suplicar, Frank se roba todo el dinero que mamá gana en el club, es culpa suya nuestro mal vivir, es culpa de él todo lo que nos pasa.

Odio a mi papá, lo odio.

Tenía diez años cuando Frank me estaba esperando fuera de la escuela, era un poco tétrica, una escuela pública pintada de rojo, jamás he puesto un pie en la zona segura, una vez lo intenté y la gente se apartó de mí, supongo que fue por la cantidad de rojo en mis ropas, o mi cabello... o la presencia de los amigos de mamá que me escoltaban a casa cuando ella tenía cosas que hacer, mamá era muy conocida, su cabello como el mío era ya el pecado ondulante al viento, es por eso que siempre estaba en el club, siempre querían verla, ella brillaba en el escenario, era una gran bailarina, y una gran cantante, pero a papá no le gustaba eso, odiaba que le pusieran los ojos encima y por eso la golpeaba, creía que si mancillaba su bonita piel la querrían mirar menos y sería toda para él.

Vamos a dar una vuelta, haber si así tu mamá me presta un poco más de atención ¿O es que a ti te gusta que te miren como la miran a ella? Eres su viva imagen, naciste prohibida, mira ese cabello horrible que tienes, los colores que usas ¿Estás orgullosa de vivir aquí? ¿En esta mierda?

El engaño perfecto +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora