GABRIELA.
Le conté a Leo prácticamente en clave que la cosa no pintaba bien para ninguno de nosotros, me dijo que no lo preocupaba y que habláramos con calma en casa cuando llegara, que me tranquilizara porque él me mantendría a salvo y no dejará que algo o alguien arruine lo que comenzamos a construir juntos.
Me hubiese encantado decir que sus palabras me tranquilizaron un poco... pero no, Emil puede realmente hundirme y llevarse todo lo que estoy intentando construir, toda esta normalidad y momentánea felicidad... ese bastardo va a quitármela, estoy segura de que va a quitármela.
Blaz no se ha despegado de mí estos días, es un cuñado pegajoso que se mantiene atento todo el tiempo, lo he escuchado hablar con los escoltas, asegurándose que todo estuviese a salvo a mi alrededor, incluso en el trabajo no se me despega, se preocupa demasiado.
Lo que no me sorprende son sus reportes a Leone, comentándole si como o no como, en qué cantidad, en qué horarios, con quienes hablo, con quienes salgo, si interactúo con alguien en el Pandemónium, mi posición en la tarima al momento de bailar para los shows, si duermo sola o con Emma... o Emilia, dos rubias que no se han ido a su casa porque les resulta más divertido estar aquí, y como mi cuñada está aquí, Hans está aquí, tan cuadrado y serio como siempre, el guardaespaldas que bebe y se relaja no ha vuelto a aparecer.
Leone llegó cerca de las tres de la tarde, entró a la sala seguido de la señora Liesel que debió decirle dónde nos encontrábamos, mirábamos televisión en absoluto silencio, yo en la incómoda posición entre Blaz y Emma, ambos me dejaron aquí para evitar la obvia tensión que hay entre los dos, mientras fingen que se odian, frente a nosotros, Emilia y Hans, quien literalmente no se le despega.
— Fuera todos de aquí, tengo una deuda que saldar.
Dijo mi casi marido, tirando de la corbata hasta soltarla directamente en el piso, soltó el maletín y se quitó el abrigo, algo me dice que la promesa de sexo que me hizo por teléfono va muy en serio y vamos a comenzar a cumplirla justo ahora.
Miré casi con suplica a mis amigos, quienes apagaron el televisor y se pararon de inmediato para acatar la orden y perderse en algún lugar del pent-house, incluida la señora Liesel que desapareció en cuanto el dueño de la casa habló.
Todos me dejaron solos, malditos cobardes, quedamos en que le contaríamos juntos los detalles.
— Leo... me apetece, pero creo que tenemos cosas que hablar primero, cosas importantes.
Retrocediendo en el sofá, viéndolo desabrocharse el cinturón, parece muy decidido a follar justo ahora.
— Mi prioridad ahora es follarme a mi mujer, tengo las pelotas azules y doloridas luego de dos días sin coger o jalármela.
Empujándome sutilmente para recostarme en el sofá y jalarme de las piernas, buscando las bragas bajo la enorme camiseta que estaba usando, la suya.
— Podrías haberte... masturbado, o buscar otras alternativas.
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El engaño perfecto +21
RomanceEl alcohol es nuestro mejor amigo... y el peor enemigo también, tras el engaño de su prometido, Gabriela decide dejar de sobre pensar tanto las cosas y hacer una locura, yendo hacia el Pandemónium, lugar en el que trabaja durante algunas noches, un...