DOMINIK.
Apagué el veinteavo cigarrillos que enciendo en el día, y apenas son las doce.
¿Quién hubiese pensado que el gran Dominik Lehmann estuviese oculto como las malditas ratas? Apenas y me quedan un puñado de hombres a mi disposición, la mayor parte de ellos corrió lejos en cuanto Leone les puso el pie encima, y los demás han ido muriendo a medida que mi hijo se acerca más y más a mi posición.
Sabía que Leone sería un peligro alguna vez, la forma en que la traté y cómo lo forcé a dar la cara por sus hermanos, yo creí que estaba criando un monstruo que jamás se sacaría el collar, un bastardo a mis ordenes siempre, pero no conté con que el bastardo se enamorara, yo lo convencí de que nadie jamás iba a querer a una bestia deforme y dañada como él, le pagué a media población femenina para que no se le acercaran, y difundí rumores lo bastante horribles como para que la otra mitad no quisiera ni siquiera respirar el mismo aire que él, pensé que si se quedaba solo, no le quedaría más alternativa que quedarse bajo mi mando, pero esa maldita pelirroja...
Fue culpa de ella que Leone se hiciera el cabecilla, llegó a oídos míos que el accidente que tuve en ese tiempo fue provocado por ella, también escuché sobre sus buenas actuaciones con los Braun, hacerse la mosca muerta para robar información sobre los tratos que hacían conmigo le funcionó, mira todo lo que provocó la maldita zorra, le lavó el cerebro a mi perfecto hijo peón y lo convenció de estar en mi contra, ahora estoy a punto de morir.
— ¡A causa de una maldita mujer!
Tomando la botella de ron a medio tomar, reventándola contra la pared, haciendo a mis hombres temblar del miedo, intentando mantenerse firmes e invisibles para no ser objetivos de mi ira, me temen demasiado como para marcharse.
El miedo es el mejor motor de todos, sólo mira lo lejos que he llegado.
— Señor tengo noticias de...
— Dime que encontraste a esa zorra, a Emilia o a Grace, es la única manera de frenar a Leone.
Volteando en cuanto escuché llegar a alguien que espero, nuevamente, no venga con malas noticias.
— No señor, sigue sin haber rastro de ellas tres, tampoco de la chica que se veía seguido con Blaz Fischer.
— A ese bastardo no me lo menciones, debería estar muerto a estas alturas, por más disparos que le lleguen, el hijo de puta sigue levantándose.
Golpeando el escritorio con el puño, escuchando mis huesos protestar.
— Señor, Leone Lehmann está justo arriba — dijo el sujeto— Está por llegar aquí, estuvo vigilándonos por semanas según los informes, quizá encontró la puerta oculta bajo el edificio Lehmann.
Mentiría si digo que no temblé ante la noticia, si llega aquí, no vendrá sólo y han pasado exactamente nueve meses desde su boda, debe estar furioso si la roja tomó a todas las mujeres importantes en su vida y se las llevó lejos para protegerlas, esa zorra no era ninguna santa, sabía lo que hacía, era una loba envuelta en piel de cordero, se sacó el disfraz y sacó las garras.
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El engaño perfecto +21
RomanceEl alcohol es nuestro mejor amigo... y el peor enemigo también, tras el engaño de su prometido, Gabriela decide dejar de sobre pensar tanto las cosas y hacer una locura, yendo hacia el Pandemónium, lugar en el que trabaja durante algunas noches, un...