Capítulo 29 "Guardaespaldas. Parte 2"

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EMILIA

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EMILIA.

Esta sí que era una sorpresa y de las grandes.

Pensé que yo era una pervertida de primera, Blazie siempre me lo decía por mis muchas practicas sexuales públicas y grupales, pero por más personas que me cogiera, nunca, pero nunca tuve el aspecto que tengo justo ahora, y eso me tiene muy asombrada.

Hans pidió un cuarto para hacerme notar todo lo que tiene él para ofrecer, es más, en la habitación, frente a la gran cama, un espejo enorme cubre toda la pared, de esta manera, soy perfectamente capaz de ver cómo me tiene luego de unos cuantos polvos salvajes en el sofá.

El cabello alborotado, las mejillas sonrojadas, jadeante por el cansancio, sudor perlado cubriendo mi piel, el coño brilloso por la humedad.

Parezco una modelo de revistas eróticas justo ahora, sentada en la cama, de piernas abiertas por petición de él, quien me mira de frente, sujetando su gloriosa erección con seguridad, masturbándose mientras se deleitaba con mi postura y mi figura.

Me quedó más que claro que Hans es el paraíso y el infierno en el mismo cuerpo.

Y fuma. Se ve increíblemente sexy con el cigarrillo atrapado entre sus labios, incitándome a que haga cosas indebidas mientras él mira.

— ¿Qué piensas hacer ahora, Emilia?

Detuve el movimiento involuntario de mi izquierda, que iba directo a mi entrepierna para acariciarme, es muy estimulante lo que estoy viendo justo ahora, mi escolta y ahora novio es tan alto como mis hermanos, cabellera negra y ojos tan verdes como el césped en primavera, tiene el cuerpo ligeramente tostado, pectorales de infarto a los que me encantaría pasarles la lengua, un abdomen bien trabajado, ocho abdominales en total, la V bien marcada, guiándome hacia abajo y más abajo, dónde su pene se alza con orgullo, grande y de bonito color, húmeda por haberse corrido tantas veces, más húmeda por pasearse entre las paredes de mi coño empapado, y si sigo mirando más abajo, muslos ejercitados y musculosos, al igual que sus brazos, todo en él es grande e imponente, todo en él grita por atención, nadie en su sano juicio apartaría la mirada de este espécimen perfecto.

— Quiero tocarme —Dije con voz áspera, lamiendo mis labios resecos— Las vistas son bastante... estimulantes.

— Digo lo mismo, señorita — gruñó, frotándose el glande con el pulgar, temblando— Verla abierta de piernas, húmeda por causa mía, su clítoris erguido, pidiendo a gritos que le dé atención, mientras sus paredes se hinchan y se abren, invitándome a que la penetre, es... estimulante.

Este cambio en su formalidad, más sus palabras sucias, hicieron que el dolor se instalara en mi entrepierna, mientras me arde toda la piel.

El placer puede ser doloroso cuando no es bien atendido, y por más duro que me haya dado, sigue sin ser suficiente, me privó demasiado de algo que quería con desesperación, lo necesito.

El engaño perfecto +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora