Epílogo

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LEONE

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LEONE.

Han pasado cinco años desde que las trajimos de regreso a casa, Alemania, su nuevo hogar, que construimos pensando en la vida de pareja que deseábamos, una vida familiar y semi tranquila, con hijos, mascota y la reja pintada de blanco, se puede decir que lo tenemos todo justo ahora.

Sería perfecto si Gabriela viviera como la millonaria que es y dejara de empeñarse tanto en ir a trabajar, aún no comprende que es la dueña y puede faltar las veces que quiera, para eso le regalé la editorial y la mitad de todas mis posesiones, ahora es dueña del 35% de Alemania y ni aún así logro retenerla en casa.

Ni modo, me toca a mí cuidar al montón de críos que tenemos.

No necesito más, sólo amor dame tiempo... yo me sano con tu compañía, esa paz que me das en otro no la encuentro, no, por eso yo quiero de tus besos pa' que me curen el corazón...

Canté con mis niños, intentando hacerlo tan bien como Gabi, incluso aprendí a tocar el ukulele, Kai me enseña cuando vamos de vacaciones a Hawaii, él y su esposo adoran a nuestros hijos y llegué a verlos cómo parte de la familia, a ellos y el resto de nativos que tanto hicieron por las chicas.

— Papi desafinaste un poco.

Se burló Leonor, cubriéndose la boca con la mano.

— Bueno, es que no soy buen cantante, pero hago el empeño, cariño.

Sintiendo las orejas calientes, sí me da vergüenza cantar porque no lo hago bien, pero a Cassian y Gema les gusta que lo haga, se ríen, ambos se ríen de mí, no conmigo, pero eso es lo divertido de tener hijos, te hacen burla y tú sólo tienes que aguantarlos y sonreírles de regreso, así es esto de la paternidad.

Cassian ya tiene cuatro años, fue el planeado, en cambio Gema... bueno, a Gema la hicimos en un descuido en medio de nuestra salida de aniversario de bodas, se rompió el puto condón, jamás me pasó, hasta hace unos años, la pequeña ya tiene dos años, y para mi sorpresa, son todos pelirrojos, ni uno sólo salió rubio cómo yo, comienzo a pensar que deberíamos intentar una cuarta vez, a lo mejor y así me sale uno rubio.

— A mí me gusta cómo canta papá, los hombres no cantan, pero papá lo hace, feo, pero lo hace.

Me medio defendió Cassian, levantándose del césped para venir hacia mí, y rodearme el cuello con sus brazos pequeños, Gema terminó por ponerse celosa, se levantó y vino hacia mí, me quitó el ukelele y se dejó caer sobre mis piernas para que la cargara, aún usa chupón y se ve adorable con su cabello ondulado, todos mis hijos son hermosos.

— ¡Yo nací primero! ¡Me tiene que dar más amor a mí!

Se puso celosa Leonor, levantándose rápidamente para lanzarse sobre mi también, y cómo si no fuese suficiente, Lucifer, esta gata gorda y grande que se come todo lo que encuentra, se nos lanzó encima, tirándome al piso, he perdido la batalla.

El engaño perfecto +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora