Capítulo 26

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GABRIELA

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GABRIELA.

Mi cabeza está completamente en blanco, no encuentro salidas ni oportunidades, no tengo ni la menor idea de cómo librarme de la que me va a caer, era cuestión de tiempo para que Emil abriera la boca, yo lo sabía, en vez de buscarlo e indagar, jugué a la novia, y así como voy, ni siquiera podré pisar el altar.

Maldita sea, quería tanto una familia y un hogar que perdí el objetivo principal de mi misión, acabar con Dominik, mantener a Leone vivo, y luego... todo lo demás, porque si mis dos principales objetivos se destruyen, yo no podré tener lo que quiero nunca.

— ¿Puedes al menos fingir que te interesa lo que te estoy diciendo?

Reclamó el pelinegro, demandando por atención.

— No puedo porque no me interesa — le aclaré— Estoy pensando Blaz, no estoy de buen humor, deja de hablar, me duele la maldita cabeza. Ese maldito de Emil... Emil...

Me temblaron las manos de sólo recordar los años de horror a su lado, los años dejando que me pisoteara y me usara a su antojo, años sin conocer el amor, el afecto, las caricias, el placer... si ese idiota me atrapa, si lo hace en conjunto con Dominik, viviré un destino peor que la muerte.

— Ese bastardo no va a tocarte, cuñada — tomando mi mano con seguridad, sin perder de vista la calle— No va a llegar a ti porque vamos a protegerte.

Sonaba tan seguro, tan calmado y decidido.

¿Cómo lo hace? Todo es un desastre justo ahora, todo está por irse a la mierda.

— Leone no es el único extremista — mirándolo con desesperación— Si las cosas salen mal, si fallamos, si me atrapan... — apretando su mano— Dispárame. Mátame, no dejes que me lleven, mátame si es necesario, pero que ellos no me lleven.

Detuvo el auto de forma abrupta, ganándose improperios y sonidos de bocinas provenientes de conductores nada contentos de casi haber chocado, la nieve en la calle no ayuda mucho, afortunadamente, nadie nos chocó.

— ¿Qué estás pidiéndome?

Volteando el rostro con indignación, sujetando el manubrio con su mano que no me tocaba con tanta fuerza, que sus nudillos rápidamente se pusieron blancos, está furioso.

— Que me mates, carajo — retirando mi mano de entre sus dedos, apretando ambas en puño para evitar temblar— Ya viste lo que le hizo a Leone, ese cerdo de Dominik admitió frente a mí que lo engañó y lo hizo beber, lo drogó, lo amarró, lo golpeó y... le hizo otras cosas asquerosas con esas malditas putas, Leone ya no le hace caso, ese hombre me lo dijo, por eso hizo lo que hizo, porque quiere ponerle el pie encima, no le costaría nada reducirme y hacerme lo mismo, y peor, hacerlo tantas veces, que yo ya no sirva para nada más, Emil sabe cómo romperme, le dirá, no puedo caer en manos de ellos.

Se llevó las manos a la cabeza, desordenando su cabello pulcramente ordenado siempre, de seguro su cabeza también está en blanco, no hay mucho que hacer si las cosas salen mal.

El engaño perfecto +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora