Treinta y nueve

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Mini maratón
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Miro fijamente a través del cristal de la tienda de conveniencia como ya había anochecido y las gotas de la llovizna salpiqueteaban contra la pared del cristal. Miro a mi lado cuando la silla se mueve y Tae se sienta ahí. Observo en silencio como abre la toalla que al parecer había comprado en el lugar y se inclina hacia mí rodeando mis hombros con esta.

—Puedes enfermarte ¿sabes? —levanta un poco la toalla para secar un poco con esta mi pelo.

—Es difícil que coja un resfriado —solo digo y miro sobre la barra frente a mi la bufanda que le había regalado a Yeonjun y que él me había devuelto.

Él no responde y continúa secando mi pelo un poco; vuelve a organizar la toalla a mi alrededor y se levanta para dirigirse a unas de las estanterías de la tienda nuevamente. Suspiro y levanto mi celular cuando comienza a vibrar con insistencia.

—¿Si, mamá? —digo al colocar el celular en mi oreja.

—Yah, Sooji. ¿Se puede saber donde estás? Acabo de llegar y no está ni tu hermano ni estás tú. Y es tarde; al menos para que tú no estés en casa. ¿Dónde estás?

Veo a Tae volver a sentarse a mi lado con dos ramen instantáneos ya preparados y humeando. Me hace gestos para que le de el celular y se lo tiendo mientras él al mismo tiempo acerca uno de los raméns hacia mi para que comenzara a comer.

—Sí, estoy con Sooji —escucho a Tae pero tomo los palillos para revolver poco a poco los fideos y soplar—. Sí, no te preocupes. Adiós~

—¿Está enojada?

—No —negó él—. Cuando deje de llover un poco pediremos un taxi y te dejaré en casa. Ahora cómamos.

Y comemos en silencio.

Tae no me pregunta nada, ni dice nada y eso me hace bien porque no quería hablar de nada. Solo quería estar en silencio con mis pensamientos.

Media hora después había parado de llover y Tae había pedido un taxi que nos llevó a casa.

—Hola mamá —sonrío un poco abrazándola a pesar de todo ya que había regresado de Bangkok y siendo sincera la extrañaba.

—Estaba preocupada. Ya es tarde. ¿Vinieron en taxi?

—Mhm.

—¿Dónde está Jimin? —pregunto.

—Se va a quedar en casa de Jungkook —responde ella.

—Ah...

—Bueno, yo debo irme-

—No, Tae. De eso nada —se impuso mamá—. Es súper tarde. Sería peligroso. Quédate aquí hoy.

—Pero-

—Llamé a tu abuela ya para informarle y dijo que está bien. Así que ni se te ocurra llevarme la contraria.

Tae sonríe un poco.

—Está bien.

—Sooji sube a tu cuarto y cambiáte de ropa. Tae esta es tu casa. Aduéñate de la ropa de Jimin que quieras y te quede bien.

Entré a mi cuarto y cerré la puerta detrás de mi dejando mi mochila sobre una de las sillas de allí. Suspiro y comienzo a quitarme mis medias, y luego mi uniforme para sacar del closet un ancho pulover de Bob Esponja que le había robado a Jimin ya que me gustaba mucho y además, me quedaba mejor que a él. Este era ancho, largo y calentito; me gustaba. Tomo una liga para recoger mi pelo en una coleta de caballo y me siento en la silla frente a mi mesita de estudio.

Him |𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤, 𝐓𝐚𝐞𝐡𝐲𝐮𝐧𝐠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora