ROYALTY (Taelice)

Cap 1

VINTAGE MAGAZINE...

1822

¡Atención jóvenes casaderas y madres estrategas! el principe Kim, ha vuelto!

Sí, así como lo oyen, el principe ha regresado y mucho más acaudalado, gracias a las exitosas excavaciones que realizó en Egipto.

Así que ya están avisadas, preparen sus mejores armas para darle caza a este jugoso partido, que tiene los tres elementos del marido ideal con que todas sueñan: Es Principe, es atractivo y es inmensamente rico.

¿Quién será la próxima princesa y futura reina de este país?

¿Cuál será la mejor mancuerna (madre/hija) en los salones de bailes?, ¿Cuál logrará cazarlo?

Todas estas interrogantes quizás se resuelvan en esta temporada. Les prometo estar pendiente de este asunto para llevarles los detalles de primera mano.

Lisa regresaba a su residencia, asqueada y con ganas de vomitar de lo que había comido, en la cesta de picnic que había llevado a su reciente salida al Hide Park para compartir con Lord Sung Dong II.

Su estado se debía al avance amoroso que había querido hacer este pretendiente, mientras en un rincón desolado del parque, habían estado sentados charlando encima de una manta de cuadros.

La escena había iniciado cuando Lord Sung de repente, cambió el tema que estaban hablando y meloso le susurró.

―Mi Lady le he traído un regalo para que haga juego con sus ojos.

Al oír esto, los ojos de Lisa habían brillado de avaricia, entonces tratando de controlar su impaciencia, lo vio meter la mano en el bolsillo delantero de su levita celeste pasado de moda.

"Que sea una joya valiosa, que sea una joya valiosa" ―Rogaba ella en silencio, alzando la vista hacia los árboles que los ocultaban como cortinas.

Desde que Lord Sung había empezado a cortejarla, hacía cuatro semanas, la había colmado de regalos, pero para su mala suerte siempre eran tonterías que no valían nada, como muñecas de porcelanas o flores. Solo dos veces le había regalado algo que tuviera valor, que eran un cuadro feo que había vendido a una galería de baja monta y un diamante rosa que, con el dolor de su alma, se vio en la necesidad de empeñar en un lugar de antigüedades.

Así que cuando por fin Lord Sung sacó el objeto que era un collar con un corazón de zafiro, Lisa quiso gritar. Eso debía valer una fortuna.

―Perteneció a mi madre... ―Le había explicado él, segundos después con un deje de nostalgia. ―Y quiero que lo tenga usted ahora.

Sí, sí. Ya dámelo, anciano. ―Quiso decirle Lisa en ese momento, pero se calló. Jamás podía darle esa imagen a Lord Sung, al menos no antes de casarse.

―Debe valer por lo menos diez mil libras. ―Prosiguió el Marqués serio, acomodándose para ponerse tras ella y después de alzar sus cabellos, se lo empezó a colocar. ―Así que no quiero que se lo ponga, cuando vaya a estar en la calle sola ¿de acuerdo?

El precio había dejado a Lisa en blanco y esa fue la razón por la que no se dio cuenta que cuando él terminó de colocarle el collar, empezó a dejarle un reguero de besos cortos y húmedos en la nuca. Luego con caricias tétricas, bajarle las mangas de su vestido blanco sencillo de flores naranja y faldas en pliegues.

Lisa no supo cómo, pero de un brinco quedó de pie y luego de gritarle que era un atrevido, salió corriendo, buscó a su nueva carabina, quien era una imbécil que se distraía y se perdía con facilidad, y se fue.