04

531 73 15
                                    

Heeseung se apresuró a terminar de subir las escaleras para llegar hacia donde estaba ese magnético aroma.

Era exquisito.

Corrió por el pasillo hasta llegar al fondo, se topó con una puerta.

La abrió despacio encontrándose con una mediana habitación limpia y ordenada.

Entró con prisa dirigiéndose a la cama bien tendida, tomó la almohada y sumergió su cara en ella.

Quería, no, necesitaba más.

Tomó las sábanas con fuerza destendiendo la cama por completo, se sentó y llevó las sábanas a su nariz para volver a perderse en el delicioso aroma de vainilla con lavanda.

Había percibido el aroma de vainilla y lavanda antes pero siempre pasaba esos olores desapercibidos, nunca se habría imaginado que podrían ser tan placenteros, cargados de sutiles feromonas de omega.

De omega virgen.

Suspiró, nunca se había sentido tan atraído por un omega en su vida y lo peor es que el omega ni siquiera estaba ahí, sólo era su habitación.

Por lo que imaginó debía ser un omega muy joven, probablemente ya presentado,  pues los omegas que aún no tenían su celo oficial tenían un leve aroma a leche.

—¿De quién es la habitación de allá? — señaló.

El señor Lee que se encontraba en medio de una amena plática con la omega se vió obligado a interrumpir para mirar a su hijo que lucía ¿desesperado?

—No es de tu incumbencia —levantó una ceja irritado.

—¿Es que lo quieres hacer tu omega? ¿Es eso? —De alguna forma se había puesto posesivo y celoso de un omega que ni siquiera conocía.

—Por dios, Sunghoon sólo ayuda con los deberes de la casa y me ayuda con el tratamiento para mis pulmones, no es mi pareja ni deseo nada con él.

— ¡Ja! ¿Cómo puedes soportar tenerlo aquí y no tomarlo con ese aroma? No te creo nada.

— ¿Qué aroma? No le encuentro nada en especial— se alzó de hombros.

— ¿Dónde está ahora?

— Fue a comprar unas cosas para la comida, debe regresar en media hora como máximo – el mayor volteó a ver el reloj en su muñeca — ¿Por qué?

Heeseung no se atrevió a decir una palabra más pues Karina se le quedó viendo raro.

Eunwoo hablaba y paseaba por la planta alta de la casa, explicando cosas, las cuáles Heeseung no estaba prestando una pizca de atención, su cuerpo estaba ahí , pero su mente estaba en otro lado en ese momento.

Sólo quería ver el rostro del dueño de ese rico aroma; Sunghoon, vaya, su lobo interno estaba tan ansioso e inquieto y ni siquiera sabía el porqué.

Por otro lado el omega pelinegro estaba cansado, ya era tarde y apenas había acabado de comprar las cosas para la comida pues en ninguna tienda lograba encontrar todo lo que buscaba.

Caminó hasta el lugar que consideraba su casa, entrando sin ningún problema, sólo que cuando entró no vio al guardia que siempre estaba en la puerta y el que estaba a su lado parecía en otra realidad.

—Buenas noches.

No recibió respuesta.

Se alzó de hombros y se apresuró para entrar a la cocina.

Empezó a acomodar las cosas de la alacena pero un aroma sublime se introdujó en sus fosas nasales.

Cielos.

No podía identificar con claridad el aroma pero era intenso, caliente, algo en lo que le gustaría estar embriagado en el calor de su celo. De sólo percibirlo su lobito empezó a removerse y sus sentidos empezaban a nublarse.

Siguió guardando las cosas con la mirada baja sin entender que era lo que estaba sintiendo.

No tardó mucho en escuchar unos pasos provenientes de las escaleras y el olor haciéndose cada vez más fuerte, empezó a sentir que el aire que inhalaba se hacía pesado y no tenía ni más remota idea de porqué el dueño de ese aroma desconocido que estaba en su casa lo había puesto así.

Ya cuando el sujeto estuvo suficientemente cerca pudo distinguir los aromas a licor e incienso.

Unos aromas demasiado profundos e intensos, nunca había percibido algo así antes, era demasiado excitante, el cortisol empezó a desbordarse de sus glándulas provocando que los latidos en su pecho incrementaran de sobremanera y espasmos en su estómago se hicieran presentes o como le decía la gente común "mariposas".

— Buenas noches — escuchó a sus espaldas sintiendo el corazón apunto de estallar.

— Buenas noches — intentó sonar firme sin mirar al dueño de esa voz.

— Debes ser Sunghoon, ¿cierto? — el hombre se acercó más a él, no sabía qué hacer ni que decir estaba paralizado, lo único que pudo hacer fue tomar una caja de avena para acomodarla en la alacena pero sus manos temblaban.

Sin esperarlo el alfa lo ayudó a tomar la caja rozando sus manos suavemente, el menor se estremeció ante esa acción y dejó que terminara de acomodar la caja alejando su mano rápidamente, no quería que el alfa viera como temblaba.

— Eh, sí soy Sunghoon.

Heeseung sonrió al escuchar esa cálida voz, era preciosa, se sentía como en casa con el simple hecho de escucharla.

— Lee Heeseung— habló el alfa, estremeciéndolo, ¿ese era el hijo del señor Lee? — Eres el omega más hermoso que he visto en toda mi vida.

Las mejillas de Sunghoon estaban en el punto más rojo, un tono que nunca antes había aparecido en su cara antes.

— ¿Te veo mañana en el desayuno? Estaré ansioso de probarlo. — Tomó la temblorosa mano del omega para besarla con delicadeza.

— S-sí, ahí estaría bien, gracias. —se golpeó internamente por responder de esa manera y bajó la cabeza, ¡siempre dando la impresión de ser estúpido! Se reprendió a sí mismo.

Pero el alfa sólo rió de ternura, se despidió y subió las escaleras que iban a su habitación pero antes de llegar fue a ver a su padre.

— ¿Puedo quedarme otros dos días? Me dí cuenta que debo pasar tiempo contigo y he sido bastante inmaduro todo este tiempo, padre.





































crucifícame [heehoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora