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El canto melodioso de los pajarillos y los suaves rayos del sol matutino eran las únicas caricias que llenaban la habitación.

Sunghoon se reincorporó de golpe sentándose al notar el desconocido lugar.

Miró a su alrededor y bajó la vista a la cama.

Suspiró agitado y entonces recordó.

Recordó todo lo que había pasado la noche anterior.

Volvió a recostarse frotando sus ojos con pesar.

Miró con atención toda la habitación percartándose de que él era el único ahí.

Su omega chilló inevitablemente ante la ausencia del alfa.

Se envolvió bien entre las sábanas volviendo a cerrar los ojos y escuchó como la puerta se abría lentamente.

Esta vez no se tensó.

Esta vez no hizo un movimiento brusco para intentar huir.

Esta vez su cuello ya no palpitaba ni sangraba de dolor.

—Buenos días—exclamaron en un susurro.

Escuchó como Heeseung colocaba algo a su lado y levantó sus párpados.

—Buenos días —respondió suavemente mientras bostezaba y se reincorporaba con lentitud.

—¿Qué tal dormiste?— preguntó cálidamente pero Sunghoon no podía ver exactamente qué estaba haciendo pues su vista seguía nublada por el sueño.

—Bastante bien—declaró regulando su estado de vigilia.

—Me alegro... Yo te traje el desayuno. Estuve preparándolo para ti. Si no te gusta puedo cambiarlo o-

—No, no—enfocó la bandeja que había traído Heeseung con el desayuno puesto—Se ve delicioso, gracias, n-no debiste.

Heeseung rió y negó poniéndola en la cama- Me encanta hacer cosas por ti, no es molestia.

Sunghoon asintió apenado. Movió su cuello a toda libertad, de adelante hacia atrás, a los lados, estuvo semanas sin poder moverlo por el dolor de su marca y ahora finalmente podía relajar sus esternocleidomastoideos.

Vió a Heeseung salir y regresar rápidamente pero con algo detrás de su espalda que le generó a Sunghoon curiosidad.

—Un pajarito vino a dejarte esto—deslizó el brazo que se encontraba detrás de su espalda y lo extendió hacia su dirección ofreciendo un bonito ramo de rosas rojas con un listón blanco envolviéndolo.

Un tenue rubor se instaló en el rostro contrario mientras sonreía apenado —Y-yo-soltó una risa—dile a ese pajarito que muchas gracias, son muy lindas—  las tomó com delicadeza olfateando el bonito aroma que desprendían y se percató de la nota que llevaban.

"Para el omega más hermoso que he visto en toda mi vida."

—Se lo haré saber—exclamó risueño mientras se alejaba y buscaba unas cosas en el cuarto.

Sunghoon se limitó a bajar la cabeza más que avergonzado, dejó las flores en el buró mientras empezaba a tocar su desayuno que no podía esperar a probar, sus glándulas salivales se lubricaban con ansias para meter un bocado de una vez. Contenía unos panecitos que olían demasiado bien además de leche con café, huevos y jugo.

Tenía tanto tiempo que alguien le hacía un desayuno.

El tiempo transcurrió y se sorprendió al ver que había terminado todo, por primera vez en todas esas semanas podía terminar una comida decente y vaya que la necesitaba, tenía tanta hambre.

crucifícame [heehoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora