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Después de recibir una afirmativa pero desconfiada respuesta del alfa mayor abrió la puerta de su habitación con una sonrisa y se encontró con su omega o bueno su futura ex-omega, era mejor llamarla así en su mente al menos.

— Hola cielo — saludó Karina con una sonrisa.

— Hola — su tono era muy frío, más que de costumbre.

Karina se acercó a él una vez que se sentó en la cama y lo abrazo de los hombros. — ¿Qué sucede? ¿Acaso hice algo malo? — dijo en un tono meloso.

— Nada, sólo — no pudo continuar pues la omega se apoderó de sus labios besándolos con fervor.

El alfa gruñó, no era que tuviera ganas de sexo o más bien, ella no era la persona con la que quería pero bueno igual serviría para saciarse mientras imaginaba que era Sunghoon.

Heeseung tomó el control de la situación, se posicionó encima de la omega para besarle el cuello y enterrar su nariz en este.

La omega gemía ante la atención del alfa y se dejaba hacer, abrió sus piernas para darle más acceso pero no contó con que el alfa la separara bruscamente.

No es él.

Claro que no es él, lobo estúpido, sólo quiero distraerme un poco.

No toques a nadie más que no sea nuestro omega.

Entró en razón al ver lo que había hecho, la omega se veía muy asustada y unas lágrimas caían de sus ojos.

Es que simplemente no podía, una vez que había conocido el olor de Sunghoon, cualquier otro olor de omega se le hacía repulsivo y asqueroso. Había tratado de concentrarse para imaginar el aroma de vainilla con lavanda de su omega con su memoria olfativa, pero simplemente era imposible.

Y por si fuera poco su lobo le había hablado, cosa que casi nunca pasaba.

— Yo, lo siento, de verdad, hoy no es un buen día — tomó sus toallas para darse una ducha y bajar la calentura que tenía para el omega de la otra habitación.

Karina sumamente confundida se le quedó viendo, Heeseung nunca se negaba a tener sexo, más bien, que alfa se negaba a tener sexo con un omega.

A menos que...
































— Ugh mierda — el alfa presionó su glande mientras se venía por tercera vez en la ducha, que desde que abrió la llave lo único que ha hecho es darse placer pensando en cierto pelinegro.

Simplemente no lograba saciarse, necesitaba aunque sea una pizca del aroma del omega para calmarse, eso no era normal, se estaba volviendo loco.

Suspiró cerrando la llave aún con su pene erecto, envolvió la toalla en su cintura dispuesto a salir y una idea cruzó su mente.

— No puedo creer que llegué a esto — susurró, estaba fuera del cuarto del omega que se había adueñado de sus pensamientos desde esa noche.

Ya todos estaban dormidos, nadie se daría cuenta.

Abrió la puerta con suma lentitud y con sus latidos acelerándose, caminó con la misma lentitud hacia la cama, la fuente de ese delicioso aroma.

Y ahí estaba, parecía todo un ángel durmiendo, llevaba una camisa blanca para dormir, las cobijas cubriendo hasta su cadera, su pecho levantándose levemente como señal de que respiraba, su piel pálida, su cabello algo despeinado.

Simplemente hermoso.

Acercó su nariz hacia el cuello pálido para volver a oler ese exquisito aroma de donde provenía.

Su lobo ronroneó contento y no pudo evitar excitarse más de lo que ya estaba, debía controlarse porque si no tomaría al omega ahí mismo.

Respiró con dificultad, solo podía hacer algo.

Se hincó quedando cara a cara con Sunghoon, acarició sus mejillas, sus labios, su cabello, todo era tan suave, como un sueño.

Con algo de nerviosismo acaricio los carnosos y rosaditos labios con sus dedos con una lentitud inigualable para no despertarlo y el omega ronroneó un poco ante la acción aún dormido.

Cuando el omega hizo esto, el mayor no pudo evitar asustarse y excitarse al mismo tiempo, que el pelinegro estuviera completamente inconsciente de lo que sucedía lo estaba prendiendo más de lo que debía.

Esperó unos minutos a que el omega volviera a quedarse profundamente dormido, o al menos eso quería creer que funcionaba.

Sin poder evitarlo introdujo sus dedos en la boca del menor quien jadeó aún dormido, según Heeseung, sintiendo la húmeda cavidad, imaginando cómo se sentiría en su hambriento animal que colgaba entre sus piernas.

Y no pudo soportarlo más.

Se levantó, llevó sus manos a su necesitado miembro y con la saliva del menor empezó a masturbarse en frente de su cara.

Heeseung respiraba pesadamente, embriagado en el aroma que estaba en toda la habitación, echó la cabeza para atrás.

Tener a Sunghoon justo enfrente de él, lo volvía loco, lo que hizo que terminara mucho antes, salpicando la cara del menor.

Claramente esto no fue suficiente para el alfa pues quería más, esperó un poco y tomó su miembro para introducirlo en la cavidad bucal del omega.

—Dios mío — susurró el alfa empujando sus caderas lentamente en la dulce boquita, con algo de dificultad pues el Omega estaba dormido, abrió la boca con sus dedos para no rozar los dientes.

— Eres tan bueno — volvió a susurrar, empujándose más profundo, jadeaba silenciosamente para no hacer ruido.

Y así fue como pudo apreciar la vista de su omega comiéndose su miembro para después sacarlo y verlo como el semen salía de su boca cerrada aún dormido.

Rápidamente fue por una toalla húmeda y lo limpió asegurándose de que no quedara rastro de su semen.




































crucifícame [heehoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora