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—Jamás lo haría — habló impulsivamente sin pensar en nada más que decirle al alfa lo que quería escuchar.

Heeseung sonrió pleno de gozo— Lo sé, sé que no lo harías. Eres tan leal; puedo sentirlo y verlo en tus ojos. Tu transparencia me inspira una confianza infinita. Quiero hacer las cosas bien, Sunghoon. Deseo que seas mi omega, no por imposición, sino porque tú me elijas como tu alfa. No sé cómo podría suceder después de todos mis errores, pero... Quiero intentarlo.

En toda su vida, jamás creyó encontrar un alfa que le fuera a decir palabras como esas. Los alfas eran fríos, insensibles y estúpidos si de amor se trataba, pero Heeseung estaba ahí mostrando todo lo contrario.

—He estado odiándome estos días, no sabes cuánto, desde lo que te hice y después lo de mi padre...

—Le guardé tanto rencor después de que nos abandonó. Años después, él me buscó y acepté verlo. No pude evitar reclamarle y usé palabras hirientes cuando solo quería hacer las paces— suspiró pesadamente. —Él no se contuvo y también me dijo cosas crueles: que nunca me quiso en realidad, que solo estaba ahí para aparentar tener una familia. Después me llamó intentando disculparse, pero no lo permití; jamás volví a responderle un mensaje, no quería volver a pelear. No lo volví a ver hasta ahora, y me porté muy grosero, pero él aun así trataba de estar bien conmigo.

—Él ahora se ha ido y— su voz se quebró —No voy a poder volver a verlo, el último día ni siquiera me despedí, lo traté tan mal— lágrimas espesas empezaron a mojar su rostro.

Estaba llorando.

Diablos. ¿Ahora qué?

Consolar gente mientras lloraba definitivamente no era su especialidad.

—¿Sabes qué fue lo que dijo?  "perdóname, perdóname por haberte abandonado todos estos años, fuiste mi todo, nunca me sentí merecedor de ti, eras un ángel, demasiado bueno para un monstruo cómo yo"—no pudo retener su sollozo, incapaz de seguir hablando por el nudo que crecía en su garganta, cegado por sus lágrimas.

Sunghoon lo miró devastado, sin rastro de inhibición y vergüenza, se acercó al alfa y lo rodeó suavemente con sus brazos, rompiendo cualquier barrera entre ellos. El alfa se dejó abrazar, liberando su dolor con mayor intensidad.

No sabía qué demonios había sido eso. No era un amante de los abrazos, en realidad nunca había abrazado a alguien por voluntad propia en su vida, pero ya había encadenado a Heeseung en sus brazos, no se sentía mal, se sentía correcto, una calma invadió su pecho y lágrimas empezaron a derramarse de sus orbes porque el alfa le había transmitido todo su dolor y Sunghoon estaba ahí, tomándolo todo, manejándolo y liberándolo como si fuera suyo.

El alfa empezó a respirar más tranquilo, una parte de su dolor había sido liberada gracias al omega. Los alfas no tenían capacidad para regular sus sentimientos por si mismos, no tenían derecho a estar tristes o a sentirse mal en un duelo, eso lo podían hacer los omegas,  los alfas tenían que reprimirse porque frente a la sociedad debían mantenerse fuertes y no mostrarse vulnerables.

Por eso existían los omegas, el complemento perfecto de los alfas. Los omegas eran capaces de expresar todas sus emociones y sentimientos sin temor a ser juzgados. Poseían la inteligencia emocional necesaria para comprender y apoyar a su alfa en privado, lejos de las miradas críticas. En esos momentos de intimidad, podían unirse, compartiendo sentimientos y demostrando su deseo mutuo de bienestar. Tanto el omega como el alfa equilibraban sus emociones: el alfa absorbía los sentimientos negativos del omega en la misma medida que los positivos, y viceversa. De esa forma, mantenían un equilibrio emocional equitativo.

Al omega no le costaba en absoluto ayudar a su alfa con sus emociones, al contrario, lo hacía sentir pleno y satisfecho.

Y eso era todo lo que Sunghoon sentía en ese momento: plenitud y satisfacción. Su alfa ya respiraba tranquilo, aferrado a su cintura, con la cabeza apoyada en su pecho, completamente dócil.

crucifícame [heehoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora