Soy un impostor. Mentí y engañé para conseguir mis propios intereses un sin fin de veces. Y nunca me había sentido culpable por ello... hasta ahora.
Ella me ama. Me mira y me sonríe. Sus ojos brillan con ilusión e inocencia.
Pero ella me llama "Adri...
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Narra Félix
La intensidad de nuestro beso sube de tono y estoy tan perdido en el sabor de sus labios que no me doy cuenta de que nuestro pequeño juego ha llegado hasta la habitación.
Las velas y el camino de pétalos tan cuidadosamente acomodados pasan a segundo plano cuando _____ desabotona mi chaleco de manera apresurada, y me lo quita sin apartar sus labios de los míos, en un beso desesperado y ansioso.
Siento sus manos deslizarse debajo de mi camisa antes de quitármela también, dejándome expuesto de cintura para arriba.
Ella abandona mis labios y empieza a bajar con lentitud, dejando un placentero y húmedo sendero de besos que empieza en mi mentón, sigue por mi cuello, mis hombros, mi pecho... Cierro los ojos y contengo el aliento mientras más desciende por mi torso desnudo.
Adivino sus intenciones cuando se pone de rodillas e intenta desabrochar mi cinturón, y me apresuro a detenerla, tomándola de los hombros para levantarla de nuevo. No merezco tanto de ella.
En realidad no merezco nada de ella, y aún así...
Su confusión es evidente, pero enseguida la lleno de besos y caricias sugerentes en un intento de interrumpir sus pensamientos.
―Tranquila... Déjame mimarte ahora ―murmuro a su oído antes de tirar del lóbulo de su oreja con mis dientes.
_____ cierra los ojos y suspira al sentir mis manos deslizarse hacia su espalda, buscando el cierre de su vestido. Lo encuentro y tiro de él, logrando que la prenda caiga de sopetón al suelo y revele un magnífico y sensual conjunto de lencería roja que acentúa cada parte importante de su cuerpo.
―Feliz día de San Valentín... ―dice al fin, estirando sus labios en una sonrisa traviesa que me deshace por completo.
Mi respiración se agita y pierdo el control, atrayéndola contra mí con fuerza y desesperación. Me pierdo en su aroma, en su esencia, en la calidez de su cuerpo junto al mío, y sé que ya no hay vuelta atrás para mí.
La quiero. La quiero tanto que me niego a renunciar a ella...
Mis labios buscan los suyos y mi lengua entra a su boca, encontrándose con la suya en un beso hambriento y feroz.
Mis manos sujetan sus caderas y la pegan más a mí, haciéndola sentir lo mucho que mi cuerpo anhela el suyo.
_____ jadea en respuesta y puedo sentirla buscándome con lascivia.
Sonrío contra sus labios y deslizo mis dedos a lo largo de su pierna. Bajo y subo lentamente hasta rozar su muslo interno. Ella gime y cierra los ojos, apoyándose contra mi pecho.
Mis dedos siguen subiendo hasta sentir su centro hinchado a través de la tela, y apenas lo acaricio un poco cuando siento sus piernas tambalearse.
La sostengo con fuerza de la cintura, evitando que se derrumbe, y continúo con el movimiento lento y tentador de mis manos durante un rato antes de aventurarme bajo sus bragas, sintiendo enseguida la humedad que han provocado mis caricias.
Introduzco un dedo en su interior, ganándome un gemido de placer y sorpresa, que se repite cuando meto el segundo. Sus paredes calientes y húmedas se contraen, y comienzo a moverlos lentamente, explorando y estimulando cada centímetro de ella, buscando aquél punto sensible que la llevará al paraíso.
Lo encuentro y aumento la velocidad de mis dedos, arrancando gritos de placer de su garganta. Su espalda se arquea y sus brazos se aferran a mi cuello, pronunciando entre gemidos y jadeos un nombre ajeno que me obligo a ignorar.
Mi miembro late, dolorosamente erecto, ansioso por unirse a ella, y retiro mis dedos en un movimiento apresurado, haciéndola gemir de frustración.
La levanto en mis brazos y la llevo a la enorme cama con dosel cubierta de pétalos de rosas, donde la recuesto suavemente.
_____ me mira mientras me coloco el condón y su mirada ardiente y depredadora me hace sentir como el hombre más deseado y más amado del mundo.
Deslizo sus bragas por sus piernas y me posiciono sobre ella, ansioso por volvernos uno.
Sus ojos buscan los míos y sostengo su mirada mientras la penetro lentamente, permitiéndome disfrutar de cada pulgada de ella. Sus ojos se cierran y su boca permanece entreabierta, una imagen de éxtasis pura.
Comienzo a moverme con lentitud, explorando y saboreando cada recoveco de su cuerpo. Sus paredes palpitantes se contraen rítmicamente a mi alrededor, arrancándome gemidos guturales.
Sus manos se enredan en mi espalda, sus uñas se clavan en mi piel. Sus labios buscan los míos y nuestro beso se vuelve insaciable y apasionado.
Mis embestidas se vuelven más rápidas y profundas, llevándonos al borde del precipicio. Grito su nombre, al tiempo que alcanzo el clímax junto a ella.
Oficialmente he cruzado todos los límites existentes. Y debo confesar... Que no me arrepiento de nada.
···•••❈•••···
Narrador
Así pasaron los días para Félix. Entregándose a ella sin culpa ni remordimientos.
La llevó a citas, la besó con ternura, disfrutó de su calor y se convenció a sí mismo de que ése amor tan dulce realmente le pertenecía.
Aquella tarde de domingo, mientras el sol brillaba a través de las nacientes hojas de los árboles y el viento soplaba con suavidad, Félix se recostó contra la banca y esperó por _____ con una sonrisa en el rostro.
Había llegado temprano a su cita por el parque, y aún así la esperaba con impaciencia, casi contando los segundos para volver a verla.
Se pasó los dedos por el cabello en un gesto nervioso y miró la hora en su teléfono, justo cuando la voz de alguien lo obligó a levantar la mirada.
―¡Félix! ¡Maldito mentiroso! ―exclamó Marinette, señalándolo con el dedo de manera acusatoria―. ¡Explica por qué demonios ésa chica te llama Adrien...!
Su mentira había sido descubierta.
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Nota de Autor:
¡Hola, aquí Félix!
¿Cómo están? ¿Qué hacen? ¿Ya tomaron agua?
Sólo tengo una duda...
¿Cuál es su canción favorita? ¿Y porqué?
En fin...
¡Gracias por todo el amor que le dan a la historia! Significa mucho para mí.
Que tengan lindo día y nos leemos en el próximo capítulo :)
