36. Como la Primera Vez

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Narra Félix

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Narra Félix

―Te amo, Félix. Te amo más de lo que jamás creí poder amar a alguien.

Sus palabras hacen eco en lo profundo de mi cabeza. Mi corazón se detiene por un instante de manera peligrosa y luego se acelera mucho más peligrosamente. Puedo oírlo bombear con fuerza, procurando enviar suficiente sangre a mi cerebro para que sea capaz de procesar lo que ella acaba de decir.

Me ama.

¿Me ama?

La desesperación que sentía hace unos minutos se convierte en incredulidad, en asombro, en inseguridad. Hay un nudo en mi garganta que me impide hablar y decir las cosas que quiero decir, hacer las preguntas que necesito hacer. Mi cuerpo se estremece con los temidos espasmos del llanto y dejo que mis sentidos se pierdan en _____.

En su aroma, en su tacto, en su voz.

Mis manos sienten la urgencia de tocar. De reclamar. De hacerle entender a mi cerebro y a mi corazón lo que significan sus palabras. La magnitud de las mismas en mi vida entera.

Me ama.

Ella me ama.

A mí.

A Félix… 

―Dilo de nuevo ―ruego, sólo para estar seguro.

_____ suspira e intensifica su agarre a mi alrededor. Una de sus manos sube por mi espalda hasta mi nuca y suelto un jadeo cuando reconozco la inolvidable sensación que provocan sus dedos al enredarse en mi cabello.

―Te amo, Félix. Te amo. Dios, te amo tanto… ―su voz es apenas un susurro en mi oreja. Una caricia a mi alma solitaria. Una reafirmación necesaria que lentamente se convierte en fuego.

Un fuego que calienta mi pecho y arde en mis venas.

A la mierda con todo, ¡_____ me ama!

No puedo, ni quiero, ni debo contenerme más. He deseado besarla desde que la vi por primera vez esta noche. Desde que volteó y me miró con ésos brillantes ojos de cachorro. Desde que sonrió con timidez y pronunció mi nombre a tropezones.

Ahora puedo hacerlo.

Y lo hago.

La beso. La beso como el necesitado que soy. La beso con la intensidad y el anhelo que he guardado todos estos días que estuvimos separados. La beso con todo el amor y el deseo que estaba dispuesto a enterrar con tal de estar a su lado como un amigo más.

La beso como si fuera la última vez que podré besarla, y sigo besándola mientras intento convencer a mi mente y a mi corazón que este no es más que el primer beso de muchos.

Sólo uno más en la lista de tantos que le he dado, pero el primero que de verdad cuenta. Libre de mentiras. Libre de dudas.

Uno que es nuestro.

El amor de un impostor (Félix y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora