19. Recuperarla

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Narrador

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Narrador

Decidir comprarle un teléfono a _____ no había sido una decisión difícil para Félix. Le habría comprado la tienda entera si es que ella se la pedía, pero dada la situación de su relación... un teléfono sería suficiente.

Su idea inicial era entregárselo en persona y pedir disculpas, pero verla con Adrien a ésa hora de la noche, sonriéndole con tanta dulzura y riendo como solía hacerlo con él mandó a volar toda su cordura por la ventana.

Sabía que no tenía derecho a reclamarle nada. Sabía que exigirle que lo escuchara sólo empeoraba las cosas, pero el deseo de tocarla, de tenerla cerca, de sentir que era suya aunque fuera un instante fue más fuerte.

Y cuando ella aceptó que buscaría consuelo en los brazos de Adrien mientras lo miraba con tanto desagrado, todo su mundo tembló. La inseguridad se apoderó de él, las preguntas, los miedos, todos sus errores...

¿Acaso Marinette tenía razón?, ¿en serio él no era nadie para _____?, ¿volvería ella a los brazos de Adrien ahora que sabía la verdad?

¿Realmente la había perdido... para siempre?

El corazón de Félix dolió ante la posibilidad y todo su cuerpo se tensó.

¿Cómo podría dormir sin volver a tener su calor junto al suyo?

―Te equivocas. Ni siquiera te conozco ―oírla decir aquello fue como un balde de agua fría que lo llevó de regreso a la realidad.

Ella tenía razón.

Todo lo que Félix le había mostrado a _____ hasta ése momento había sido, en su mayoría, una actuación. Una interpretación de Adrien, su "primer amor".

―No me rendiré contigo, _____. No puedo ―prometió antes de marcharse a su departamento, donde la cama vacía en la que tenía tantos recuerdos de ella volvió a darle la bienvenida.

Félix se arrojó sobre el colchón y cerró los ojos, obligándose a no pensar en _____... Pero era imposible no hacerlo cuando cada rincón de su departamento se la recordaba.

Aquella era la primera vez que extrañaba a alguien con tanta intensidad y, ha decir verdad, era horrible.

Deseaba llamarla, oír su voz, hacerla reír, abrazarla, pasar el día juntos, sentir su aroma.

La extrañaba tanto que dolía...

Luego de una larga noche de insomnio, de planes inútiles, debates consigo mismo, escenarios ficticios, ira y autocompasión, finalmente llegó a una conclusión.

Comenzar de cero, como amigos. Conocerla mejor, acompañarla, consentirla y cuidarla como tanto deseaba. Los términos serían diferentes, por supuesto, sin embargo su amistad era mejor que nada.

Y desde luego, si se presentaba la oportunidad... Seducirla siempre era una opción.

Félix estuvo toda la tarde pegado a su teléfono, esperando ansioso la llamada de _____. Al menos la conocía lo suficiente como para saber que ella no aceptaría su regalo y lo llamaría para quejarse. Y era justo lo que esperaba.

Acababa de salir de la ducha cuando su móvil finalmente sonó y casi saltó sobre la cama para contestar.

―Hola, preciosa... ―la saludó, incapaz de ocultar su buen humor.

¿Qué planeas con ésto, Félix? ―escuchar su voz tan cerca de su oído lo hizo estremecer.

―¿A qué te refieres con "ésto"? ―preguntó con diversión, imaginando qué podría estar haciendo ella mientras hablaban.

El teléfono, Félix.

―Ah, éso. Nada. Sólo es un regalo para una amiga.

No somos amigos.

―¿Ah, no?

Por supuesto que no.

―Bueno, entonces quiero serlo.

¿Quieres ser mi amigo?

Félix apretó los labios e hizo una mueca. Obviamente no quería ser su amigo. Quería ser mucho más, quería besarla, abrazarla, sostenerla, quería recuperarla.

Pero para éso primero debía ser su amigo, maldición.

¿Por qué?, ¿por qué quieres que seamos amigos?, ¿por qué ahora? ¿Después de todo lo que pasó? ―su duda y desconfianza eran predecibles, pero no por éso menos dolorosas.

―¡He intentado disculparme pero no me das la oportunidad! ―se defendió cuando ella le reclamó y tuvo que respirar profundo para mantener la calma.

Ella lograba moverle el piso con sólo unas palabras, ¿dónde estaba el frío y calculador mentiroso que solía ser?

¡Entonces hazlo ahora! ―argumentó, exasperada.

―¿Por teléfono? ¿en serio?

No te ofendas, pero no me emociona verte en persona ―Félix cerró los ojos con fuerza e ignoró el ligero dolor en el pecho que sus palabras le provocaron.

―Bueno, no te mentiré. Yo estoy muriendo por verte de nuevo ―confesó sin pena. Y era la pura verdad. Sólo imaginar volver a verla lo tenía completamente acelerado y ansioso.

Félix... ―advirtió ella con voz molesta, pero él aún no se acostumbraba del todo a oír su nombre en sus labios.

"Dilo de nuevo..." pidió en un suspiro que ella no escuchó.

Y cuando por fin logró convencerla para reunirse en el lugar de siempre, Félix salió de la cama con una gran sonrisa en los labios y el corazón a mil por hora. No podía echar a perder la única oportunidad que tendría para arreglar las cosas. Necesitaba un plan, un discurso, lo que fuera... y rogar que ella lo escuchara finalmente.

"Los amigos no sienten celos", se dijo al verla en los brazos del camarero de la última vez, maldiciendo por haber elegido ése café como el lugar de su reunión.

Tenía que recuperarla antes de que fuera demasiado tarde.

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El amor de un impostor (Félix y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora