29. Una piedra en el Zapato

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Narra _____

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Narra _____

Quizás olvidé mis bragas al huir. Tal vez fue mi chaqueta o mi sujetador. No estoy segura. Sólo sé que por alguna razón que desconozco tengo la irritable sensación de haber olvidado algo. Algo importante. ¿Estaba bien escrita la nota que dejé?, ¿debería haberla puesto en otra parte?, ¿qué tan rápido la encontrará? Se veía más delgado, ¿estará comiendo bien?

La suave vibración de mi teléfono impulsa mi culpable corazón hacia mi garganta y me contengo de revisarlo por trigésima tercera vez en los últimos cinco minutos sólo por la inútil esperanza de que sea Félix. Estrujo el pobre aparato entre mis dedos con una fuerza comparable a las ganas que tengo de abrir este maldito elevador y regresar al departamento del que acabo de escapar, e intento no pensar en ello.

Es imposible.

Quiero regresar al cálido cuarto de paredes azules y decoración moderna, meterme bajo esas costosas sábanas de seda y abrazar al lindo chico que duerme entre ellas mientras espero a que despierte y me sonría como sólo él puede hacerlo.

El deseo de hacerlo es intenso y visceral, pero sé que eso no sería justo.

Jamás debí regresar a ése departamento en primer lugar. Jamás debí entrar en su habitación, ni disfrutar de la suavidad de ésas sábanas, y mucho menos ser sostenida por el precioso chico que ahora mismo duerme envuelto en ellas, ajeno a las egoístas razones por las que terminé besándolo en el auto ayer.

Soy una estúpida. Una estúpida impulsiva, celosa y egoísta a la que sólo le bastó que apareciera la rica, clasista y hermosa ex novia de Félix para que fuera y volcara todas sus inseguridades y frustraciones en él y lo arruinara todo.

¿Cómo podríamos ser amigos después de esto? Los amigos no tienen sexo.

Al menos no el tipo de amigos que puedo manejar en mi vida.

El reducido espacio del ascensor se siente cada vez más pequeño y fijo mis ojos en el tablero digital junto a las puertas, como si de ese modo los brillantes números en él fueran a descender más rápido. 

13… 12… 11…

¿Por qué lo hice? ¿Por qué necesitaba con tanta desesperación reclamar a Félix después de lo que pasó?, ¿tanto así me afectó conocer a Bridgette?, ¿qué fue lo que ella dijo que lo revolvió todo?

Maldición, me siento como la persona más horrible del mundo. Me duele el estómago, mi corazón se siente pesado y todo me da vueltas.

Quiero llorar.

10… 9… 8…

Demonios, ya estoy llorando.

7… 6… 5… 4…

Me froto los ojos con fuerza e intento alejar de mi mente la imagen de Félix buscándome a su lado en la cama, estirando su brazo para alcanzarme y siendo incapaz de encontrar algo más que un lugar frío y vacío.

El amor de un impostor (Félix y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora