Soy un impostor. Mentí y engañé para conseguir mis propios intereses un sin fin de veces. Y nunca me había sentido culpable por ello... hasta ahora.
Ella me ama. Me mira y me sonríe. Sus ojos brillan con ilusión e inocencia.
Pero ella me llama "Adri...
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Narra _____
Voy a fingir que no tiré todo mi armario al suelo buscando algo para ponerme y sólo diré que me puse "lo primero que encontré".
No quería parecer demasiado arreglada, pero tampoco quería verme muy casual, y al final, considerando que aún hacía un poco de frío, me puse un suéter rojo de cuello alto, pantimedias negras, botas y una falda recta del mismo color.
Me arreglé el cabello y simplemente no me maquillé. No suelo hacerlo, y no lo haré sólo por Félix.
Sólo admite que no te dio tiempo...
Llego al café a la hora acordada y lo busco con la mirada, mandando a callar a mi corazón que late como loco sólo por pensar en verlo de nuevo.
―Mira quién está aquí... ―dice una voz masculina que no tardo en reconocer.
Volteo a mirarlo con una sonrisa y su uniforme de mesero le sienta tan bien como siempre.
―Hey, Jules ―lo saludo, y él levanta una ceja al oír mi tono de voz.
―Alguien está feliz...
―No estoy feliz.
―Oh, vamos, cualquiera estaría feliz en tu lugar.
―¿Mi lugar?
―Déjame adivinar ―empieza―, vienes a ver al chico de la otra vez, ¿verdad? ―él lo piensa un minuto antes de chasquear los dedos―. Ah, ya recordé. Adrien, ¿no?
Aprieto los labios en una línea recta y sé que explicar todo lo sucedido desde la última vez que lo vi sería un dolor de cabeza.
―Sí, Jules. ¿Ya está aquí? ―Miro por encima de su hombro en busca de su cabellera rubia, pero no la veo.
Jules ladea su sonrisa y me da miedo imaginar lo que está pensando.
―Ah, entonces funcionó, ¿eh?
―¿A qué te refieres?
―Ay, no te hagas. El coqueteo y la escena de celos. Lo vi besarte al salir del café...
Sus palabras me llevan de regreso a aquella tarde en la que todo empezó y me pregunto qué hubiera pasado si no le hubiera pedido a Jules que fingiera coquetear conmigo.
Sí, lo admito, yo tampoco he sido la persona más honesta con Félix, ni soy tan ingenua como le hice pensar en un principio, pero considero que sus mentiras y las mías fueron muy diferentes.
Si éso te hace sentir mejor...
Sacudo la cabeza para despabilarme y tomo a Jules de los hombros.
―Éso nunca pasó, ¿quedó claro?
Él abre los ojos con sorpresa y asiente, levantando las manos en señal de paz.
