6. Secuestro Romántico

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Narra Félix

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Narra Félix

Mi cuerpo se tensa al instante y miro a _____ de reojo, preocupado por que ella pudiera voltear hacia aquí en cualquier momento y verlo detrás de mí.

Es entonces que la verdad me golpea sin piedad y me doy cuenta de que no quiero que ésto se termine. No aún.

¡Maldita sea, me aterra que ella pueda descubrir la verdad ahora!

¿En qué momento éste juego se volvió en mi contra?

Respiro profundo y me obligo a mantener la cabeza fría. Ésto es sólo un pequeño obstáculo insignificante, una prueba a mi inteligencia e intuición. No debo olvidar que ya había considerado este inconveniente dentro de las posibilidades y que tengo un plan de reserva por cada jodida letra del abecedario.

"Es hora del plan B, Félix..."

Me paso las manos por el cabello, dando un último suspiro frustrado antes de caminar hacia _____ y rodear su cintura por detrás, deslizando mis manos hasta entrelazarlas con las suyas.

―Lo lamento ―murmuro en su oído―. No quería hacerte sentir mal. Perdóname ―pido, y no sé si estoy disculpándome por alejarla hace un minuto, o por toda la farsa que he creado.

_____ suspira y niega.

―Está bien, no te preocupes ―dice con tono dulce y relajado, pero en cuanto la volteo para poder mirarla a los ojos, el rastro de un ligero llanto en ellos provoca una dolorosa punzada en mi pecho.

Soy un imbécil...

Acuno su rostro en mis manos y acaricio sus mejillas con los pulgares, en un intento inútil de borrar la prueba de mis errores.

―¿Quieres que te diga un secreto? ―pregunto acercándome a su rostro―. Voy a secuestrarte... ―susurro al fin con una sonrisa maliciosa, levantándola de la cintura para hacerla girar junto a mí. Ella ríe y es increíble lo bien que me hace sentir oírla feliz.

―Sabes que no puedo irme aún ―dice, negando mientras sonríe.

―¿Qué parte de secuestro no quedó claro? ―le pregunto levantando una ceja―. Ahora cierra los ojos, quiero que sea una sorpresa...

_____ muerde su labio inferior y mira de reojo a su amiga, indecisa. La sonrisa de su amiga es todo lo que necesita para dejarse llevar por la corriente.

―¿Qué estás planeando, Adrien? ―pregunta en cuanto envuelvo sus ojos con un lazo de seda.

―Ya lo verás...

···•••❈•••···

El auto se detiene y me apresuro a tomar a _____ de la mano para guiarla fuera del vehículo. Ella suelta una risita emocionada y no puedo evitar sonreír también.

―¿Por qué tanto misterio? ―pregunta mientras la guío dentro del hotel, un elegante edificio de Art Nouveau con todas las comodidades, decorado especialmente para el día de hoy.

―Espero que esta sorpresa sea de tu agrado ―digo y desato la venda con suavidad.

_____ parpadea, acostumbrándose a la luz, y enseguida mira a su alrededor con un hermoso brillo en los ojos.

―No puede ser... Éste hotel... ¿Cómo es que...? ―sus palabras quedan incompletas cuando me atrevo a robarle un beso.

―No lo pienses tanto. Sólo disfrútalo. El lugar es todo nuestro por el resto del día ―murmuro, acariciándole la mejilla con los pulgares.

_____ frunce el ceño, y aunque sé que tiene muchas preguntas para hacerme, todo lo que hace es sonreír y devolverme el beso robado de antes.

Reímos y charlamos de todo un poco mientras exploramos los pasillos del hotel y admiramos las magníficas obras de arte que adornan cada rincón.

_____ parece más encantada por las pinturas y sus técnicas artísticas que por todo lo demás en el hotel. Su entusiasmo me relaja un poco, permitiéndome olvidar por un instante la mentira subyacente a todo esto.

Verla admirar el arte frente a nosotros con tanta pasión y detalle me recuerda la primera vez que la vi...

Caminando hacia mí con una sonrisa genuina y una emoción que jamás había visto en nadie antes. Llamándome por un nombre que no era mío y evocando recuerdos que no compartíamos.

Salgo de mis pensamientos al sentirla deslizar su mano hasta alcanzar la mía, y volteo a mirarla con el corazón agitado. Ella no parece ser consciente de lo que provoca en mí con un simple toque, mucho menos cuando toda su atención se encuentra en el paisaje impresionista que hay frente a nosotros.

La oigo hablar sobre los colores y su significado, el trasfondo y la personalidad de su autor, pero mi mente está en otra parte.

Divagando, imaginando por un instante que todo ésto es real. Tan real como el aire que respiro y tan palpable como la calidez de su piel contra la mía.

Aprieto su mano, obligándome a continuar sonriendo. Porque si he aprendido algo después de tantas farsas y escenarios que he creado a lo largo de mi vida, es que una mentira puede ser verdad... Mientras que nadie la descubra.

―Gracias por ésto, Adrien ―suelta de pronto mirándome con dulzura. Trago con dificultad, ignorando el dolor que siento en el pecho.

―No me agradezcas, preciosa. La noche apenas comienza...

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El amor de un impostor (Félix y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora