Narra _____
―Vaya que eres rápida ―lo oigo decir detrás de mí, su voz suena molesta.
Volteo al instante y todo mi cuerpo se tensa al verlo parado frente a mí, con el ceño fruncido, los brazos cruzados y la ira chispeando en sus ojos.
―Félix... ―suelto su nombre con todo el coraje que traigo atorado en el pecho, y doy un paso atrás, intentando mantener toda la distancia posible entre nosotros.
Lo analizo con la mirada lo más rápido que puedo y no sé cómo explicar lo mal que me hace verlo así.
Tan... Jodidamente atractivo.
Es la primera vez que lo veo irradiar ésa aura seria y sofisticada, y vestirse de ése modo; pantalones oscuros de mezclilla a la cintura, camiseta entallada negra de cuello alto, y ésas botas...
_____, concéntrate.
―¿Qué hacías con él? ―pregunta entre dientes, acercándose dos pasos. Sus ojos verdes parecen brillar en la oscuridad y por primera vez desde que lo conozco me siento intimidada.
Y no me molesta, en realidad.
―¿Disculpa? ―Levanto una ceja y lo miro de brazos cruzados, la indignación es clara en mi rostro.
―¿Qué demonios hacías con Adrien? ―vuelve a preguntar, su voz es un gruñido ronco y profundo.
Ruedo los ojos y frunzo el ceño.
―¿Y éso qué te importa? ―suelto, dándome la vuelta para entrar a casa, pero él se apresura a tomarme del brazo para detenerme.
Tira de mí y me obliga a voltear para encararlo. Su expresión es impaciente y frustrada.
―Maldición, _____, respóndeme... ―exige, y su rostro está tan cerca del mío que puedo sentir su aliento agitado golpear contra mi piel.
―Félix, suéltame...
―No. No puedes seguir huyendo cada vez que me ves.
―¿Éso crees? ―replico, soltándome de su agarre de un tirón.
―Deja de comportarte como una niña, _____, y escúchame de una jodida vez ―demanda interponiéndose en mi camino.
Suelto un suspiro y me paso la mano por la cara, irritada.
―No se qué haces aquí, Félix, pero te juro que no estoy de humor.
Él suelta una risa amarga y me mira frunciendo el ceño.
―No estás de humor... ―repite con sorna―. ¿No estás de humor, o sólo no quieres verme?
―Hum... Un poco de ambas, sí ―acepto, levantando los hombros con indiferencia.
―Por favor. No parecías de mal humor con ése idiota.
―Bueno, "ése idiota" no me mintió, empecemos por ahí.
Félix aparta la mirada y asiente con la cabeza.
―Ah, claro. Ya veo ―dice, sus dedos se enredan en su cabello, desordenándolo―. ¿Y qué piensas hacer ahora? ¿Pedirle que te consuele?
―¿Cómo lo supiste?, imagino que sus brazos son muy cálidos y reconfortantes.
Lo miro ladeando mi sonrisa, y Félix aprieta la mandíbula tanto que hasta puedo ver la vena palpitando en su cuello.
―Éso te debe hacer muy feliz ―la sonrisa en sus labios es más falsa que mi autoestima.
―Por supuesto. Adrien es el chico del que me enamoré en primer lugar, ¿por qué no estaría feliz de tener su atención?
―Mientes ―acusa, acercándose a mí de nuevo.
―¿Qué?
―Mientes. Sé que no lo amas como antes. Sé que los recuerdos en tu memoria ya no son suyos... ―su voz es un susurro y todo mi cuerpo se tensa al sentir sus manos sujetar mis hombros―. Son sólo míos...
Él pega su frente a la mía y cierra los ojos, su respiración agitada se calma lentamente y puedo sentirlo aspirar mi aroma.
Los recuerdos de las veces que me entregué a él llegan como flashes a mi memoria y la forma en la que todos mis sentidos reaccionan a su cercanía sólo demuestra que tiene razón. Que ya no hay ni un sólo recuerdo del verdadero Adrien que haga latir mi corazón como antes.
Sólo está él. El impostor y mentiroso Félix.
―Te equivocas ―suelto de pronto, luchando contra las sensaciones que él despierta en mí―. Ni siquiera te conozco...
El rostro de Félix se contrae en confusión pura y me obligo a recuperar la distancia entre nosotros antes de perder el control que él se empeña en quitarme.
Y ésta vez ya no me detiene.
―Buenas noches, Félix ―digo finalmente, rompiendo el silencio que nos envuelve.
Me dirijo hacia la puerta sin mirar atrás, pero me detengo al oír su voz detrás de mí, segura, profunda, demandante...
―No me rendiré contigo, _____. No puedo ―sus palabras suenan como una promesa y tengo que aferrarme al picaporte para evitar voltear y mirarlo otra vez.
Oigo sus pasos alejarse y por fin entro a casa, sintiendo a mi agitado corazón latir con fuerza en mi pecho. Me deslizo contra la puerta hasta tocar el suelo y maldigo en lo bajo, odiándome por sentirme de éste modo.
Odio que Félix pueda hacerme sentir tan vulnerable. Tan ansiosa y a la vez tan aliviada. Odio que su sola presencia agite mi corazón, como si mi orgullo no valiera nada. Como si todas sus mentiras no importaran.
Maldición, lo odio tanto...
Y me odio aún más por que sé que no es verdad.
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El amor de un impostor (Félix y tú)
FanfictionSoy un impostor. Mentí y engañé para conseguir mis propios intereses un sin fin de veces. Y nunca me había sentido culpable por ello... hasta ahora. Ella me ama. Me mira y me sonríe. Sus ojos brillan con ilusión e inocencia. Pero ella me llama "Adri...