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Dejo caer el diario en mi pecho. Me sorprende sentir las lágrimas correr por mis mejillas. Cada vez que tomo este diario creo que estaré bien, todo eso sucedió hace mucho tiempo y ya no siento lo que sentí en aquel entonces.

Soy tan tonta. Me da ese anhelo de abrazar a tanta gente de mi pasado. Sobre todo a mi madre porque durante el último año, no he pensado en todo lo que tuvo que pasar antes de la muerte de mi padre. Sé que probablemente todavía le duele.

Agarro el teléfono para llamarla y miro la pantalla. Hay cuatro textos perdidos de Gale. Mi corazón salta inmediatamente. ¡No puedo creer que lo tenía en silencio! Luego ruedo los ojos, molesta conmigo misma, porque no debería estar tan excitada.

Gale: ¿Estás dormida?

Gale: Supongo que sí.

Gale: Katniss...

Gale. : (

La cara triste fue enviada hace diez minutos. Presiono Responder y tecleo—: Nop. No estoy dormida. —Cerca de diez segundos más tarde, recibo otro texto.

Gale: Bien. Estoy subiendo las escaleras en este momento. Estoy ahí en veinte segundos.

Sonrío y salto de la cama. Voy al baño y reviso mi rostro. Suficientemente bien. Corro a la puerta principal y abro tan pronto como Gale llega al hueco de la escalera. Prácticamente se arrastra hasta el escalón más alto, y luego se detiene a descansar cuando por fin llega a mi puerta. Se ve tan cansado. Sus ojos están rojos y hay círculos oscuros debajo de ellos. Sus brazos se deslizan alrededor de mi cintura y me atrae hacia él, enterrando su rostro en mi cuello.

—Hueles tan bien —dice.

Lo empujo dentro del apartamento. —¿Tienes hambre? Puedo hacer algo de comer.

Niega mientras lucha para quitarse la chaqueta, así que me salto la cocina y me dirijo al dormitorio. Me sigue, y luego lanza la chaqueta sobre el respaldo de la silla. Se quita los zapatos y los empuja contra la pared.

Está usando bata.

—Te ves agotado —le digo.

Sonríe y pone sus manos en mis caderas. —Lo estoy. Acabo de asistir una cirugía de dieciocho horas. —Se inclina y besa el tatuaje de corazón en mi clavícula.

No es de extrañar que esté agotado. —¿Cómo es eso posible? —digo—. ¿Dieciocho horas?

Asiente y luego me acompaña a un lado de la cama donde me acuesta junto a él. Nos ajustamos hasta que estamos frente al otro, compartiendo una almohada. —Sí, pero fue increíble. Innovador. Escribirán sobre eso en revistas médicas, y llegué a estar ahí, así que no me quejo. Solo estoy muy cansado.

Me inclino y le doy un beso en la boca. Lleva la mano a un lado de mi cabeza y tira hacia atrás. —Sé que probablemente estás lista para tener ardiente sexo sudoroso, pero no tengo la energía esta noche. Lo siento. Pero te he echado de menos y por alguna razón duermo mejor cuando duermo a tu lado. ¿Está bien que esté aquí?

Sonrío. —Más que bien.

Se inclina y me besa en la frente. Me agarra la mano y luego la mantiene entre nosotros en la almohada. Sus ojos se cierran, pero mantengo los míos abiertos y lo miro fijamente. Tiene el tipo de rostro del que las personas se apartan, ya que podrías perderte en él. Y pensar que tengo la oportunidad de ver este rostro todo el tiempo. No tengo que ser modesta y mirar hacia otro lado, porque él es mío.

Tal vez.

Esta es una prueba. Tengo que recordar eso.

Después de un minuto, libera mi mano y comienza a flexionar sus dedos. Bajo la vista hacia su mano y me pregunto cómo debe ser... tener que estar de pie durante tanto tiempo y utilizar tus finas habilidades motoras durante dieciocho horas seguidas. No puedo pensar en otra cosa que coincida con el nivel de agotamiento.

Me deslizo de la cama y tomo un poco de loción de mi cuarto de baño. Regreso a la cama y me siento con las piernas cruzadas junto a él. Vierto un poco de loción en mi mano y tiro de su brazo hacia mi regazo. Abre los ojos y me mira.

—¿Qué haces? —murmura.

—Shh. Vuelve a dormir —digo. Aprieto los pulgares en la palma de su mano y los giro hacia adentro y luego hacia afuera. Sus ojos se cierran y gime contra la almohada. Continúo masajeando su mano durante unos cinco minutos antes de cambiar a la otra. Mantiene sus ojos cerrados todo el tiempo. Cuando termino con las manos, lo ruedo sobre su estómago y me coloco a horcajadas sobre su espalda. Me ayuda a quitar su camisa, pero sus brazos son como fideos.

Masajeo sus hombros, cuello, espalda y brazos. Cuando acabo, me bajo de encima de él y me acuesto a su lado.

Paso los dedos por su cabello y masajeo el cuero cabelludo cuando abre los ojos. —¿Katniss? —susurra, mirándome atentamente—. Simplemente puedes ser lo mejor que me ha pasado nunca.

Esas palabras se envuelven alrededor de mí como una manta caliente. No sé qué decir en respuesta. Levanta una mano y suavemente acuna mi mejilla, siento su mirada profunda en el estómago. Lentamente, se inclina hacia delante y presiona sus labios con los míos. Espero un beso, pero no se retira. La punta de su lengua se desliza a través de mis labios, separándolos suavemente. Su boca es tan cálida, gimo cuando su beso se hace más profundo.

Me rueda para colocarme de espalda y luego arrastra su mano por mi cuerpo, directamente a mi cadera. Se acerca más, deslizando la mano por mi muslo. Se empuja contra mí y una oleada de calor se dispara dentro de mí. Agarro un puñado de su cabello y susurro contra su boca. —Creo que hemos esperado lo suficiente. Me gustaría mucho que me folles ahora.

Prácticamente gruñe con un renovado sentido de energía y comienza a quitarme la blusa. Se convierte en un interludio de manos, gemidos, lenguas y sudor. Siento que esta es la primera vez que he sido tocada por un hombre. Los pocos que vinieron antes que él eran todos muchachos: manos nerviosas y bocas tímidas. Pero Gale es todo confianza. Sabe exactamente dónde tocarme y exactamente cómo besarme.

La única ocasión en la que no le da toda su atención a mi cuerpo es cuando se inclina al suelo y toma un condón de su billetera. Una vez que está de regreso bajo las sábanas y el condón en su lugar, ni siquiera duda. Me toma descaradamente en un empuje rápido y jadeo contra su boca, todos los músculos en mí se tensan.

Su boca es feroz y necesitada, besándome en todas partes que puede alcanzar. Me pongo tan mareada que no puedo hacer nada más que sucumbir ante él. La forma en que me folla es sin complejos. Coloca su mano entre la cabecera y la parte superior de mi cabeza mientras empuja más y más duro, la cama choca contra la pared con cada empuje.

Mis uñas se clavan en la piel de su espalda mientras entierra su rostro en mi cuello.

—Gale —susurro.

»Oh, Dios —digo.

»¡Gale! —grito.

Y luego muerdo su hombro para amortiguar cualquier sonido que viene después de ese. Todo mi cuerpo lo siente, desde la cabeza hasta los dedos de mis pies y de regreso hacia arriba.

Temo que, literalmente, pueda desmayarme por un momento, así que aprieto las piernas alrededor de él y se tensa. —Jesús, Katniss. —Su cuerpo se ondula con temblores, y empuja contra mí por última vez. Gime, sosteniéndose a sí mismo por encima de mí. Su cuerpo se mese con su liberación y la cabeza cae sobre la almohada.

Pasa todo un minuto antes de que alguno sea capaz de moverse. Y aun así, elegimos no hacerlo. Presiona el rostro en la almohada y deja escapar un profundo suspiro. —No puedo... —Se hecha hacia atrás y me mira. Sus ojos llenos de algo... No sé qué. Presiona sus labios contra los míos y luego dice—: Estabas tan en lo cierto.

—¿Sobre qué?

Se baja lentamente de mí, apoyándose en sus antebrazos. —Me advertiste. Dijiste que una vez contigo no sería suficiente. Dijiste que eras como una droga. Pero olvidaste decirme que eras del tipo más adictiva. 

Terminamos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora