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Mi teléfono suena. Lo agarro para ver quién es y me quedo un poco atónita. Es la primera vez que Gale me llama. Siempre nos mandamos mensajes. Cuan extraño es tener un novio durante más de tres meses con el que no he hablado ni una sola vez por teléfono.

—¿Hola?

—Hola, novia —dice.

Sonrío de manera cursi ante el sonido de su voz. —Hola, novio.

—¿Adivina qué?

—¿Qué?

—Me tomaré el día libre mañana. Tu florería abre a la una los sábados. Estoy de camino a tu apartamento con dos botellas de vino. ¿Quieres tener una pijamada con tu novio y tener sexo ebrios toda la noche y dormir hasta tarde?

Es muy vergonzoso lo que me hacen sus palabras. Sonrío y digo—: ¿Adivina qué?

—¿Qué?

—Te hago la cena. Y estoy usando un delantal.

—¿Ah sí?

Sólo un delantal. —Y entonces cuelgo.

Unos segundos después, recibo un mensaje.

Gale: Una foto, por favor.

Yo: Ven aquí y podrás tomarla tú mismo.

Ya casi he terminado de preparar la mezcla de la cazuela cuando la puerta se abre. La vierto en la asadera de vidrio y no volteo cuando lo oigo entrar a la cocina. Cuando dije que sólo estaba usando un delantal, era en serio. Ni siquiera llevo bragas.

Puedo escucharlo tomar una bocanada de aire cuando me estiro hacia el horno y meto la cazuela adentro. Tal vez exagero un poco al hacerlo. Cuando lo cierro, no lo enfrento. Agarro un trapo y comienzo a limpiar el horno, asegurándome de balancear mis caderas tanto como sea posible. Grito cuando siento un fuerte pinchazo en mi nalga derecha. Me giro y Gale está sonriendo, sosteniendo dos botellas de vino.

—¿Me acabas de morder?

Me da una mirada inocente. —No tientes al escorpión si no quieres que te pique. —Me mira de arriba hacia abajo mientras abre una de las botellas. La sostiene antes de servirnos un vaso y dice—: Es añejo.

Añejo —digo con fingida sorpresa—. ¿Cuál es la ocasión especial?

Me entrega un vaso y contesta—: Voy a ser tío. Tengo una novia que está buenísima. Y voy a realizar una muy rara, posiblemente única en la vida separación de craneópagos el lunes.

—¿Una cráneo-qué?

Termina su vaso de vino y se sirve otra. —Separación de craneópagos. Gemelos siameses —dice. Señala un punto en la parte superior de su cabeza y le da palmaditas—. Unidos aquí. Los hemos estado estudiando desde que nacieron. Es una cirugía muy rara. Mucho.

Por primera vez, creo que de verdad me pone caliente que sea un doctor. Quiero decir, admiro su motivación. Su dedicación. Pero ver cuán emocionado está por lo que hace para ganarse la vida es seriamente sexy.

—¿Cuánto tiempo crees que te llevará? —pregunto.

Se encoge de hombros. —No estoy seguro. Son jóvenes, así que estar bajo anestesia general durante demasiado tiempo es un problema. —Levanta la mano derecha y mueve los dedos—. Pero esta es una mano muy especial que ha pasado por estudios de especialización con un valor de casi medio millón de dólares. Tengo mucha fe en ella.

Me acerco a él y presiono mis labios sobre su palma. —Le tengo un poco de cariño a esta mano, también.

La pasa por mi cuello y luego me hace girar de manera que estoy de cara a la encimera. Jadeo, porque no esperaba eso.

Terminamos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora